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Récord de bajas, atentado suicida en el corazón de una base de EEUU, acusaciones de "asesinatos" de civiles afganos: las fuerzas internacionales en Afganistán, que comienzan a recibir los refuerzos prometidos por el presidente norteamericano, Barack Obama, terminan el año 2009 a sangre y fuego.
Los reveses se acumularon en estos últimos días para las fuerzas internacionales, pocas semanas después del anuncio por el presidente estadounidense y sus aliados de la OTAN del envío de unos 40.000 soldados suplementarios para intentar sofocar la insurrección de los talibanes, que avanza en el terreno y en intensidad.
La muerte de diez civiles, incluidos ocho adolescentes, en una operación en el este de Afganistán, provocó esta semana la cólera del presidente Hamid Karzai, quien acusó a las fuerzas internacionales, así como manifestaciones hostiles en Kabul y Jalalabad (este).
La publicación de un informe oficil que confirmó estas acusaciones suscitó una polémica, debido a que la OTAN demoró en reconocer los hechos antes de confesar que una operación había tenido lugar pero aduciendo que los soldados se habían limitado a responder a disparos de personas "en edad de combatir".
La muerte de estos civiles provocó la indignación en el país y dos manifestaciones de varios cientos de personas en Jalalabad y Kabul reunieron a centenares de estudiantes que protestaron a los gritos de "Obama, tú eres el gran Satán" y "Obama retira a las tropas de Afganistán".
El martes, el blanco fue el contingente canadiense basado en Kandahar, un bastión talibán en el sur afgano. Cuatro soldados y una periodista del diario Calgary Herald, Michelle Lang, que realizaba su primera misión en este país, murieron al estallar una bomba al paso de su vehículo blindado. El miércoles, los talibanes asestaron un gran golpe al matar a ocho estadounidenses, que según el Washington Post trabajaban para la CIA, en una base militar de la provincia fronteriza de Khost (sureste).
Según un portavoz de los talibanes, Zabihullah Mujahid, el kamikaze, llamado Samiullah, activó su cinturón cargado de explosivos en medio de los agentes de la CIA.
Los ataques en la entrada de las bases son frecuentes, pero es sumamente raro que un atentado sea perpetrado dentro de una de esas bases, donde las medidas de seguridad son muy estrictas.
Sin embargo, empleados afganos en tareas de construcción y mantenimiento se desplazan con relativa libertad, así como soldados afganos entrenados por los estadounidenses.
Antes de estos dos ataques, las fuerzas internacionales ya habían batido de lejos este año un récord de bajas desde su llegada en 2001, con 512 muertos contra 295 en 2008, que ya había sido un año récord, según un conteo de la AFP establecido a partir de un sitio internet especializado icasualties.org.
La cantidad de militares estadounidenses muertos se duplicó a 311 en 2009, de 155 en 2008. Con los refuerzos anunciados por Estados Unidos y la OTAN, los efectivos totales pasarán de 113.000 a 150.000 en 2010.
Y las bajas también deben aumentar, según los expertos. Incluso el jefe de estado mayor interejércitos de Estados Unidos, el almirante Michael Mullen, en visita en Afganistán el 14 de diciembre, había advertido que debe esperarse el regreso de una cantidad creciente de sarcófagos a Estados Unidos.
"Esta misión será mucho más difícil de lo que era hace un año" para los soldados estadounidenses, admitió. "Dije a nuestra tropa que debe prepararse a más combates y a más bajas", porque "la insurrección se ha hecho más violenta, más extendida, más sofisticada" y los talibanes "más eficaces", declaró.Tomado del periódico Al Día de Costa Rica.