Inyectando esos 500 millones de dólares que son de todos los trabajadores, a estos bancos, no se soluciona el problema, más bien se crea mas inflación y a su vez se castiga mas a los que menos tienen, el gobierno de
El pueblo no ve dichas ganancias y ahora sí tenemos que financiarlos, las ganancias no las reparten, pero, las perdidas sí las pagamos la clase trabajadora. Existen otras opciones para el Gobierno por ejemplo: buscar nuevos mercados, identificar nuevos nichos, mirar hacia Latinoamérica que son nuestros hermanos, hacia China, entre otros.
En los términos que esta firmado el TLC-EE UU no le sirve al país, si a esto aunamos la situación que esta pasando EE UU y que va para largo, menos nos sirve dicho tratado, el gobierno prudentemente puede solicitar una revisión en general. No ganamos nada con que entre en vigencia, más bien perdemos, en este momento el 70% de nuestras exportaciones aproximadamente entran sin impuesto a EE UU una vez que entre en vigencia perderemos millones de dólares en aranceles atendiendo la reciprocidad, a simple vista parece democrático que ambas naciones estén libres de aranceles, pero existe una gran diferencias de que nosotros somos un país pobre y ellos son la potencia mas grande del mundo, nunca puede haber simetría en las relaciones, la simetría es injusticia en este caso.
Con relación a la balanza comercial esta se ensancho negativamente para Costa Rica y continua creciendo años tras año, esto significa por ejemplo, un hogar en el que entre el padre y los hijos que trabajan ganan 500 mil colones, pero gastan 1.000.000 de colones, así le esta pasando a Costa Rica con esta apertura comercial, jamás podremos salir del subdesarrollo en esta forma. Estos productos no dejan ningún valor agregado al país, mas bien incrementan el desempleo local por cuanto desplazan a productos nuestros.
Seamos inteligentes aprovechemos el cambio de gobierno de EE UU y renegociemos con las nuevas autoridades dicho tratado para que no afecte directamente a la clase trabajadora de Costa Rica. Aprovechemos las oportunidades. El Gobierno tiene la última palabra.
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