Ojo Crítico
Rodolfo Cerdas Politólogo 08:23 p.m. 16/10/2010
El desastre administrativo y político en las concesiones, la inseguridad ciudadana, la disfuncionalidad de las instituciones, el mal manejo de las relaciones exteriores y el hundimiento de las empresas públicas, son solo síntomas de una enfermedad mayor, que sigue sin médico, diagnóstico ni medicina.
Como si la soberanía estuviera ubicada aún en tiempos de la Guerra Fría, nadie se ocupa de ella. Es mala palabra. Ya se trate de la aplicación extensiva del Convenio con EE. UU. contra el narco (para incluir naves de guerra), o el abuso creciente y peligroso del gobierno de Ortega con el río San Juan, marginando los derechos nacionales, nuestro Canciller anda con su agenda ecológica propia y no ve, porque no quiere, cuando le meten gato por liebre al país con el dragado y un puerto eventual en el San Juan.
Desde el 2006 se sabía que en Dantas, carretera a Caldera, el hundimiento era inevitable; que el diseño de la ruta tenía múltiples defectos y errores: más de doscientos. Pero por la vanagloria del expresidente Arias de inaugurar antes del ocho de mayo lo que fuera, se aceleró el visto bueno para recibir la obra, que es una vergüenza para todos. De veras que los concesionarios nos han encontrado la cara de tontos. Pero en las alturas del poder esto solo pudo ser posible por el encubrimiento de las pseudoinspecciones realizadas y por una negligencia, irresponsabilidad e indiferencia, rayanas en el dolo; o bien, por una oscura complicidad por motivos inconfesables, asociados a alguna forma de corrupción.
Por lo que hace a la seguridad, la pobreza del debate y de las políticas seguidas hasta hoy, es notoria. Ante la correcta denuncia diputadil del vínculo entre la delincuencia y el abandono de los estudios, la falta de becas, empleos, lugares de deporte y recreación, la propuesta es ¡autorizar las agujas a la entrada de las urbanizaciones!
Se traen acorazados, helicópteros artillados y marines, pero la droga está en los hangares del Tobías Bolaños. El Ministro declara que, de no caerse la avioneta, jamás se habrían dado cuenta del tráfico. Pero el OIJ dice que ellos vigilaban desde julio (todos sus movimientos estaban fríamente calculados). Conclusión: ignorancia de unos y vigilancia en la luna de los otros. En tanto, seguimos esperando el plan de seguridad integral.
En suma, el Estado es disfuncional, caduco y está casi quebrado. La élite dirigente es incapaz de asumir la conducción política. Los partidos son meros agregados electorales, y lo que funciona son las finanzas privadas. En tanto, carcomida la ciudadanía por el temor y la desinformación sobre la inseguridad, se sigue alimentando una psicología ciudadana dispuesta a sacrificar libertad por una falsa seguridad, típico de un antidemocrático Estado policial.
Tomado del periódico la Nación de Costa Rica.
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