Rodolfo Martín
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Una mujer que sobrevivió a un escopetazo a quemarropa y la amputación de la pierna izquierda, lejos de recuperarse de las heridas, más bien es víctima de la aflicción al perder el trabajo y la paz de su familia.
La vida de Cinthya Patricia Arce Ortega, de 34 años, cambió la noche del 10 de febrero del 2007, en Purral de Goicoechea. Desde ese día, recibe protección policial las 24 horas del día.
Así trascendió ayer en una de las salas del II Circuito Judicial, donde se sigue un debate contra sus presuntos agresores, dos hermanos de apellido Porras, por tentativa de homicidio.
El ataque a ella y su familia comenzó cuando la mujer protestó por lo que consideró mal comportamiento de unos vecinos.
Según narró la mujer. en una primera agresión su hijo de 15 años intentó rescatarla de los vecinos y para ello hirió a uno de los sujetos con un cuchillo.
Luego vendría lo peor. Arce, quien era empleada del hospital Calderón Guardia, veía televisión en su casa cuando, desde afuera, escuchó los desesperados gritos de su hijo: “¡Mamá! ¡Mamá! me están matando”, recordó ayer desde su silla de ruedas.
Presuntamente, buscaban al joven en venganza por la herida que sufrió uno de los vecinos.
Al salir observó a la turba que rodeaba al mayor de sus dos muchachos. Un hombre le clavaba un punzón en el cuerpo una y otra vez. A como pudo, rescató al joven y lo subió a su carro para llevarlo al hospital, pero uno de los implicados, al parecer, sacó una escopeta calibre 12 y le disparó.
“Creí que moría. Imaginé que me había perforado un gran hueco en el estómago y exclamé: ‘Dios mío perdóname por todos mis pecados”, recordó.
Cayó al suelo, al tiempo que el sujeto recargaba la escopeta para volver a disparar.
“Le dije: ‘estoy agonizando. Déjenme tranquila. Para qué me va a rematar’”, comentó ayer Cinthya en la sala de debate.
El hombre apuntó hacia otro lado y disparó contra el carro.
Los médicos no pudieron salvarle la pierna izquierda, amputada siete meses después de ser internada. La han sometido a 60 operaciones. La otra pierna quedó visiblemente deteriorada.
Sufrió una discapacidad del 65 por ciento y tuvo que dejar de trabajar. “Antes ganaba ¢400 mensuales. Ahora si acaso ¢200 mil, porque tuve que pensionarme”.
Los acusados, al parecer, la amenazaron de muerte para que retirara la denuncia, razón por la cual su familia cuenta con protección policial.
Dolor profundo
Hazel Arce, hermana.
La gente trabajadora y honrada es la que tiene que escapar y esconderse como si fueran delincuentes”.
Verónica Ortega, mamá.
Los problemas comenzaron porque mi hija protestaba por el permanente mal comportamiento de esos vecinos”.
Tomado del periódico Al Día de Costa Rica 06/06/09
COMENTARIO:
Es lamentable lo que esta pasando en Costa Rica, este caso no es la excepción es la regla en todo el país, la situación de inseguridad es general, tenemos un estado fallido, no responde a las necesidades mas urgentes de la población, este gobierno se dedico hacer negocios para beneficiarse ellos en lo personal y abandono al pueblo, es urgente que enderecemos este rumbo que lleva el país de lo contrario vamos directo a la guerra.
Lic. Félix Domínguez
06/06/09 07:14
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