Envidias y celos políticos
Rolando Guzmán Calzada Odontólogo 09:49 a.m. 13/04/2011
La forma de hacer política y la calidad de la legislación que emana del Congreso van directamente relacionadas con el bagaje moral y capacidad intelectual de los diputados que lo componen. En recientes legislaturas, la constante ha sido la gran cantidad de diputados que carecen tanto de lo uno como de lo otro.
Esto se viene evidenciando desde que se puso de moda la crítica al bipartidismo, la cual se convirtió en el caballo de batalla del discurso de muchos políticos que aprovecharon la coyuntura para fundar todo tipo de partidos con una variopinta gama de ideologías, cuyo objetivo principal fue llegar al Congreso a hacer oposición y no precisamente a coadyuvar en el desarrollo del país.
Satanizaron y calificaron de corrupción cualquier indicio de negociación, alianza, o pacto entre bancadas y se escudaron detrás de la mampara del “diálogo” para postergar la acción y la toma de decisiones hasta conducir al gobierno de turno a la ingobernabilidad.
La vía fácil. La mayoría de diputados que llegan a Cuesta de Moras, a falta de talento y preparación, optan por el camino fácil, el que no requiere mucho pensamiento ni raciocinio, el del obstruccionismo, el de oponerse a todo. Esa es la vía más rápida para salir del anonimato y tener presencia en los medios. Mucho de su valioso tiempo lo dedican a fines triviales que eufemísticamente califican de control político, o sea, denunciar escandalitos de poca monta, crear comisiones investigativas, y señalar y acusar de nimiedades a tirios y troyanos.
No hay quien sepa mejor lo complejo que es gobernar este país de exceso de democracia que don Óscar Arias. Cuántas veces mostró su disgusto y frustración porque no lo dejaban gobernar; no lo dejaban barrer porque tenía los diputados de oposición parados en la escoba.
Pues ahora resulta lo impensable, paradoja de paradojas, su hermano y un número minoritario de diputados del propio Partido Liberación Nacional están en una lucha de poder, de celos, y de envidias, parados en la escoba de doña Laura, entorpeciendo el accionar del Gobierno, llevándolo a una exposición mediática totalmente innecesaria, hundiendo a la Administración y el partido en unas arenas movedizas de las que pronto podrá ser tarde para escapar.
Me confieso ser un nulo conocedor de las estrategias políticas. Sin embargo, intuyo, para que los costarricenses elijan por tercera vez consecutiva al mismo partido para que nos gobierne, el mandato de doña Laura tiene que trascender lozano, impecable, cristalino.
¿No deberían ser los aristas los más interesados en darle una mano a doña Laura? ¿No estarán los partidarios opositores relamiéndose y pellizcándose, tratando de sacar el mayor provecho de un río tan revuelto? ¿No habrá ciertos cadáveres políticos inquietos en sus tumbas, queriendo revivir?
En el tanto no cambie el Reglamento Interno de la Asamblea Legislativa, no haya elección directa, y no se establezca la carrera parlamentaria, los costarricenses seguiremos a merced de la ineptitud, la mezquindad y el servilismo de diputados que anteponen intereses personales y partidistas por sobre el interés publico.
Tomada del periódico La Nación de Costa Rica.
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