Columnista
Ojo Crítico
Rodolfo Cerdas Politólogo 08:59 a.m. 23/04/2011
Como ya he dicho, no se trata de ingobernabilidad, sino de un mal gobierno. Las peores fallas de esta administración provienen de las pifias del Poder Ejecutivo: desde el desconocimiento, desorden y amiguismo en RR.EE, pasando por el desastre con puentes, concesiones, desperdicio e inequidad con los damnificados y vista gorda con los usurpadores de tierras indígenas, hasta el bla, bla sobre seguridad, autodeslegitimado por indagar sobre casos de interés político, sometidos a la jurisdicción del Poder Judicial. En esto, ¿qué tiene que ver el Legislativo? ¿No contó el Gobierno con los votos del Libertario y los dos partidos religiosos, el control pleno del directorio y de todas las comisiones? ¿Quién manejó la agenda, el gobierno o la oposición? Ingobernabilidad no. Mal gobierno.
Como ya he dicho, no se trata de ingobernabilidad, sino de un mal gobierno. Las peores fallas de esta administración provienen de las pifias del Poder Ejecutivo: desde el desconocimiento, desorden y amiguismo en RR.EE, pasando por el desastre con puentes, concesiones, desperdicio e inequidad con los damnificados y vista gorda con los usurpadores de tierras indígenas, hasta el bla, bla sobre seguridad, autodeslegitimado por indagar sobre casos de interés político, sometidos a la jurisdicción del Poder Judicial. En esto, ¿qué tiene que ver el Legislativo? ¿No contó el Gobierno con los votos del Libertario y los dos partidos religiosos, el control pleno del directorio y de todas las comisiones? ¿Quién manejó la agenda, el gobierno o la oposición? Ingobernabilidad no. Mal gobierno.
Esto tiene dos tiempos y ritmos: uno inmediato y electoral y otro de mayor profundidad y alcance. El electoral es la conjunción, normal y nada castrófica, de un grupo de partidos unido para romper la hegemonía del PLN que no atraviesa una crisis ideológica –que dejó perdida hace muchísimos años–, sino una crisis de reparto y acomodo.
Para unirse electoralmente no se necesita ninguna organización especial, ni ningún sesudo programa de largo plazo. Aquí nadie lo tiene. Basta una coincidencia electoral y resolver varios puntos, como puestos y proyectos, y punto. Si eso se hace en todas partes para integrar incluso el Poder Ejecutivo, ¿es una catástrofe hacerlo para un Directorio y resquebrajar un partido aún hegemónico, pero confuso y fraccionado?
El fondo es que la crisis partidaria no ha acabado. Como fenómeno de tiempo largo, estamos todavía en transición. Hay gente extraordinaria en el PLN que está excluida. Quien sume nombres y cargos, dentro y fuera de los partidos, tendría que preguntarse cómo es posible que se pase sin ellos, mientras reina la mediocridad y el carrerismo oportunista de otros. La fracción oficial está dividida y sus principales líderes también. En el PUSC, dos de los mejores diputados, Fishman y Céspedes, ni se pueden acercar al partido. El Libertario juega su última carta para no devenir un enclave tureca del PLN. Nacido para más, no puede seguir cuesta abajo, ajeno al excelente equipo humano que ha venido subestimando. El PAC tiene que emanciparse de lo que, útil antes, ahora es una carlanca: su eticismo fanático y la falta de astucia y malicia políticas. Y el PASE, aprovechar su jefe de fracción, cada vez más lúcido, firme e independiente. El FA sí tiene su derrotero.
Agotado el espacio, en otra ocasión analizaré los tres tipos de crisis políticas de partidos e instituciones: histórica, política y electoral; y por qué los equipos de relevo no se forjan como “graduaciones” para una elección, sino como líderes para un combate.
Tomado del periódico La Nación de Costa Rica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario