domingo, 28 de marzo de 2010
LAURA CHINCHILLA: ¿INDEPENDIENTE O LACAYA? LA "GESTAPO TICA" NO ADMINTE NI LA MÍNIMA DISCUSIÓN, SIMPLEMENTE DEBE CERRARSE, SIRVE CONTRA OPOSITORES.
Columnista
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Rodolfo Cerdas Politólogo 08:09 p.m. 27/03/2010
Hizo muy bien doña Laura en no dejarse engatusar con el Código de Ética con que quisieron endulzarla, desde el Ministerio de la Presidencia, para eludir la reforma de la DIS. Su respuesta no rechazó la iniciativa, pero dejó claro que ahí lo que se requiere es una reestructuración total y una redefinición a fondo de sus funciones, controles, objetivos y métodos de trabajo.
La seguridad nacional y la toma de decisiones requieren, en un Estado moderno y democrático, un organismo de información del Estado que se corresponda, pero de verdad, con su naturaleza. Contra la maledicencia de los sicofantes y lambiscosos de esta administración –que decían que las críticas eran por inquina personal contra el Presidente o por la búsqueda de poder–, los hechos han sido tercos y ahora doña Laura, con valentía y decisión, rectifica el rumbo y abre un amplio horizonte paran fortalecer y modernizar al Estado.
Claro que hay que aprovechar las experiencias internacionales acumuladas. Pero eso no debe dar pie a que se convierta en el reducto de cuanto servicio de inteligencia ande dando vueltas en el planeta. Debe ser nuestro y para nosotros, no una agencia de doble y triple sueldo y patrón, como en tantas oportunidades. Obviamente, no se trata de un SIM, estilo Trujillo, o los servicios que violaron derechos humanos en España en el gobierno de Felipe González; menos las unilateralidades, torturas y pifias de la CIA, que no supo dónde estaba la embajada china en Teherán, pese a estar registrada en la guía telefónica; ni mucho menos de servidores que hundan al Ejecutivo en un vergonzoso Watergate. Ni se quiere eso, ni hay plata para pagarlo. Y no lo debe pagar nadie más, porque por la música baila el perro.
La reestructuración de la DIS abre un horizonte inédito que debe ser bien aprovechado. Primero, porque la calidad humana, profesional y política de los nuevos ministros permite tener una consejería de gran valor y una excepcional visión política e institucional de sus alcances, significados y peligros. Segundo, porque la escogencia en Seguridad Pública brinda un equipo especializado, capaz de asesorar y valorar críticamente sugerencias y propuestas, especialmente si se garantiza la contribución esencial del jefe del Ministerio Público, el director del OIJ y el presidente de la Corte. Y, tercero, porque todo esto, y dada la reconocida capacidad de negociación del ministro de la Presidencia Vargas, sin duda generará la confianza de las demás fuerzas políticas y sociales del país.
Con una reforma así planteada, el éxito del proyecto no depende de un nuevo reglamento legislativo. Porque se trata de modernizar el Estado –no el Gobierno–, mediante controles democráticos y con respeto a los derechos humanos.
Tomado del periódico La Nación de Costa Rica.
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Rodolfo Cerdas Politólogo 08:09 p.m. 27/03/2010
Hizo muy bien doña Laura en no dejarse engatusar con el Código de Ética con que quisieron endulzarla, desde el Ministerio de la Presidencia, para eludir la reforma de la DIS. Su respuesta no rechazó la iniciativa, pero dejó claro que ahí lo que se requiere es una reestructuración total y una redefinición a fondo de sus funciones, controles, objetivos y métodos de trabajo.
La seguridad nacional y la toma de decisiones requieren, en un Estado moderno y democrático, un organismo de información del Estado que se corresponda, pero de verdad, con su naturaleza. Contra la maledicencia de los sicofantes y lambiscosos de esta administración –que decían que las críticas eran por inquina personal contra el Presidente o por la búsqueda de poder–, los hechos han sido tercos y ahora doña Laura, con valentía y decisión, rectifica el rumbo y abre un amplio horizonte paran fortalecer y modernizar al Estado.
Claro que hay que aprovechar las experiencias internacionales acumuladas. Pero eso no debe dar pie a que se convierta en el reducto de cuanto servicio de inteligencia ande dando vueltas en el planeta. Debe ser nuestro y para nosotros, no una agencia de doble y triple sueldo y patrón, como en tantas oportunidades. Obviamente, no se trata de un SIM, estilo Trujillo, o los servicios que violaron derechos humanos en España en el gobierno de Felipe González; menos las unilateralidades, torturas y pifias de la CIA, que no supo dónde estaba la embajada china en Teherán, pese a estar registrada en la guía telefónica; ni mucho menos de servidores que hundan al Ejecutivo en un vergonzoso Watergate. Ni se quiere eso, ni hay plata para pagarlo. Y no lo debe pagar nadie más, porque por la música baila el perro.
La reestructuración de la DIS abre un horizonte inédito que debe ser bien aprovechado. Primero, porque la calidad humana, profesional y política de los nuevos ministros permite tener una consejería de gran valor y una excepcional visión política e institucional de sus alcances, significados y peligros. Segundo, porque la escogencia en Seguridad Pública brinda un equipo especializado, capaz de asesorar y valorar críticamente sugerencias y propuestas, especialmente si se garantiza la contribución esencial del jefe del Ministerio Público, el director del OIJ y el presidente de la Corte. Y, tercero, porque todo esto, y dada la reconocida capacidad de negociación del ministro de la Presidencia Vargas, sin duda generará la confianza de las demás fuerzas políticas y sociales del país.
Con una reforma así planteada, el éxito del proyecto no depende de un nuevo reglamento legislativo. Porque se trata de modernizar el Estado –no el Gobierno–, mediante controles democráticos y con respeto a los derechos humanos.
Tomado del periódico La Nación de Costa Rica.
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