entre líneas
Comunicación elocuente
Armando González R. agonzalez@nacion.com 07:58 p.m. 19/02/2011
Roberto Gallardo, flamante ministro de Comunicación, no opina bien de la prensa. Tampoco parece comprender su papel en la sociedad democrática. Son muchas las falencias de la prensa costarricense, y los periodistas somos los primeros en admitirlas, pero don Roberto más bien nos cobra los aciertos. En su criterio, las informaciones sobre el cuestionado uso de donaciones en el sector vivienda o el empleo irregular de una avioneta estatal para transportar a una exdiputada, equivalen a “linchamientos”.
Según la ex legisladora, el vuelo tuvo por objeto recoger su pasaporte, olvidado en Guanacaste. De paso, aprovechó para votar en la asamblea cantonal del PLN. Para el nuevo Ministro, la exdiputada merecería reproche si hubiera utilizado la nave “exclusivamente” para participar en la actividad partidista, pero estima bien empleados los recursos estatales si el principal fin del viaje era recoger el pasaporte.
“Tenemos que hacer algo con la prensa en este país”, concluye el ahora ministro de Comunicación tras reclamar la conducta de la prensa en otro asunto de igual talante. La afirmación siembra inquietud, porque la censura es la única respuesta capaz de impedirle al periodismo el cumplimiento de su misión esencial: la denuncia de abusos del poder y la abierta discusión de temas de interés público.
Inquieta, también, que una administración con aspiraciones de firmeza y honestidad ponga el diseño de su mensaje en manos de un portavoz tan complaciente con actuaciones como las descritas y tan severo con sus denunciantes.
Las opiniones del Ministro constan en una publicación electrónica personal, abierta a consulta mediante Internet. El blog había pasado inadvertido, fuera del círculo de lectores interesados, hasta el anuncio del nombramiento. En ese momento cobró relevancia y la noticia de su existencia se difundió entre los periodistas. La rápida transmisión de la nueva es muestra de su efecto inquietante y no augura bien para la naciente política de comunicación.
Una buena opinión de la prensa no es requisito para el cargo de ministro de Comunicación. Si lo fuera, la plaza estaría vacante, al menos mientras el reclutamiento se haga en los círculos políticos. Una buena opinión del Ministro en los círculos de prensa tampoco es requisito, pero podría juzgarse útil.
No haría daño, en todo caso, contemplar la posibilidad de nombrar a un funcionario entendido en la materia, capaz de iniciar un diálogo respetuoso y constructivo, sin suscitar sospechas. Lo más difícil de desentrañar es el mensaje que intenta comunicar la Presidencia, porque el nombramiento es en sí mismo un acto de comunicación, quizá demasiado elocuente.
Tomado del periódico la Nación de Costa Rica.
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