LUCHADOR HASTA LA MUERTE.

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VIVA LA DEMOCRACIA PARTICIPATIVA DE LA CLASE TRABAJADORA

EL PUEBLO TIENE DERECHO A COMER


  • LÍDER, ACTIVISTA, ABOGADO, NOTARIO PÚBLICO, EMPRESARIO EXITOSO.
  • SALARIO MÍNIMO JUSTO DE ¢350,000 MENSUALES.
  • LUCHA CONTRA EL RÉGIMEN CORRUPTO DICTATORIAL DE LOS ARIAS.
  • PROGRESO CON BENFICIO SOCIAL.
  • DEFIENDE CLASE TRABAJADORA, MICRO, PEQUEÑO Y MEDIANOS EMPRESARIOS HONESTOS.
  • CONOCEDOR Y VISIONARIO DE LOS PROBLEMAS DE COSTA RICA.
  • UN PATRIOTA NO SE VENDE NI SE COMPRA.
  • POLITICOS CORRUPTOS DEBEN ESTAR EN LA CÁRCEL, CORRUPCIÓN CANCER DE COSTA RICA.

“La democracia no es algo abstracto, no es que el rico le diga que vive en democracia, no es ir a elecciones cada 4 años. La democracia no es una forma política; es una forma de vida; es acceso al trabajo, estudio, salud, recreación, tranquilidad, es decir; repartir la riqueza a la mayoría, vivir dignamente solo se logra cuando la clase trabajdora tome el poder; hoy la "democracia" capitalista es para los ricos, los demás son simples esclavos modernos”

¡¡¡ BASTA, BASTA, BASTA DE CORRUPCIÓN, CORRUPCIÓN!!!


DESPIERTA PUEBLO, SOLO LA LUCHA ORGANIZA Y BIEN DIRIGIDA NOS HARÁ LIBRES, UNIDOS SEREMOS FUERTES Y VENCEREMOS. VIVA COSTA RICA LIBRE. NO A LOS CORRUPTOS, LADRONES, VENDEPATRIA, NO A LOS POLITICOS TRADICIONALES CORRUPTOS, NO A LA VIEJA POLITICA. NO MINERÍA, NO EXPLOTACIÓN PETROLERA.

jueves, 10 de febrero de 2011

DICTADURA ARIAS: PROSTITUYO INSTITUCIONES REPUBLICANAS, COMPRO CONSCIENCIAS, DESPERESTIGIA OPOSITORES, MARGINAS A LOS QUE NO ESTAN CON ELLOS, ETC.

Los laberintos del poder

El poder no solo corrompe: también obnubila, atonta y ensoberbece

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Víctor Ramírez Z. Escritor 11:01 a.m. 09/02/2011

Los súbditos de los reinados, imperios o dictaduras vivieron durante milenios bajo la más natural, automática y completa sumisión. El rey, el príncipe, el barón, el dictador, el general o el sacerdote, eran dueños absolutos del poder. Los poderosos, con su insaciable codicia y ambición, concibieron una idea diabólica que durante milenios acaparó la historia política de la humanidad: que los poderes terrenales tenían origen divino.

Fue John Locke quien, en el siglo XVII, plasmó una idea que modificó por entero el fundamento del poder político: la única fuente válida y justa del poder político, que se expresa fundamentalmente en la capacidad para legislar teniendo como mira el bien común, dijo Locke, es el consentimiento de los gobernados. Esa fue la principal idea que parió la democracia moderna.

Idea de democracia. Desde entonces, con lentos avances, la idea de la democracia se ha venido perfeccionando. Para este sistema político, los gobernantes son, como bien lo dice el artículo 11 de nuestra Constitución, “simples depositarios de la autoridad que están obligados a cumplir los deberes que la ley les impone”; y no pueden, expresa la Constitución “arrogarse facultades que la ley no les concede.”

La transparencia y la rendición de cuentas se encuentran entre las principales obligaciones que les impone la ley.

Pero el poder no solo corrompe: también obnubila, atonta y ensoberbece. Por ser la política la única actividad humana cuyo ejercicio no requiere de preparación, tiende a estar dominada por individuos carentes de convicciones, de baja ralea moral e intelectual, que aman el poder, pero no sus obligaciones. Viven y comprenden esa actividad como un torbellino de intrigas e intereses personales y grupales, en donde el bien común es una preocupación menor o inexistente.

Atrapados anímica y mentalmente por los estrechos muros de la vida partidaria, pronto pierden la verguenza y la dignidad y comienzan a ver como normal y decente aquello que los demás mortales perciben de manera distinta. Esta debilidad del espíritu es tan antigua como el hombre mismo; a mitad del siglo dieciocho, el brillante filósofo escocés David Hume escribió: “'podemos considerar que los hombres tienden a ser más honrados en su conducta privada que en la pública, y llegarán más lejos por servir a un partido que cuando solo se trata de su interés personal. El honor es un gran freno para el hombre; pero cuando multitud de personas actúan de consuno este freno desaparece en buena parte, porque cada cual está seguro de la aprobación de su partido en aquellas acciones que redundan en interés común, y pronto se acostumbra a despreciar las quejas de los adversarios.”

Ciertamente, los clásicos son atemporales: pareciera que Hume estuviera describiendo la conducta de algunos políticos costarricenses contemporáneos. A partir del final de la Segunda Guerra Mundial, las democracias modernas han venido perfeccionando los frenos y controles y los pesos y contrapesos, que constituyen la esencia de ese sistema político.

Contra el abuso. El control político es, obviamente, uno de los principales instrumentos con que cuenta toda democracia moderna para reducir los abusos del poder. Sin embargo, los congresistas del partido oficial, cegados por los oscuros laberintos del poder, escenificaron un espectáculo deprimente y vergonzoso, al negarse, durante tres semanas, a que la amplia mayoría parlamentaria impusiera su criterio.

No se requería de especial talento ni astucia política para saber que esa posición era insostenible. En todo caso, en su momento el país sabrá qué intereses pugnaron y qué argumentos se esgrimieron, quién manejó los hilos, dentro y fuera de la fracción liberacionista, en esa inútil y desgastante batalla. Ya son varios los casos, desde el aumento desmedido de sus salarios, hasta la negativa a conformar una comisión investigadora sobre el tema de las concesiones, en que esta fracción legislativa muestra sus tensiones internas, hondas fracturas, lealtades y deslealtades, disparates ( y en uno de sus miembros matonismos y vulgaridades), y ausencia de visión y liderazgo.

No hay duda que en ese grupo político nadie está leyendo el signo de los tiempos ni interpretando correctamente el sentimiento nacional, o poderosas fuerzas lo tienen secuestrado. Estos hechos reflejan cómo la ceguera, la arrogancia y la prepotencia colectivas, son alimentadas por la siempre funesta y falsa convicción de que la fuerza política electoral con la que cuentan es inmune a todo embate. Esa fuerza política es hoy, ciertamente, la mayor del país, pero, obviamente, es minoritaria y débil, y no puede trabajar sin la oposición.

Todo señala que en caso de que Liberación Nacional gane la próxima elección, porque la oposición continúe dividida, su peso político, electoral, moral y legislativo sería aún menor que el actual. Y más temprano que tarde la tortilla se volcará, ojalá sin una fuerte acumulación de resentimientos colectivos, que son el fermento de todas las conmociones políticas, contra ese grupo político. Hasta los faraones modernos caen. ¿Podrá alguien llevar unos gramos de sensatez y prudencia a esa fracción legislativa?

La propensión del poder al abuso y a la corrupción es tan fuerte, dice Hume, que “el espíritu del pueblo necesita ser alertado con frecuencia para poner coto a las ambiciones de la Corte; y no hay como el temor a esa alerta para prevenir tales ambiciones.”

Tiene razón Hume: solo los latigazos de una sociedad civil alerta, crítica e independiente, y las batallas diarias de la competencia política, son capaces de desnudar y enderezar las siniestras acciones y ambiciones de los círculos del poder.

Tomada del periódico la Nación de Costa Rica.

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