Huele a peligro
Édgar Espinoza Periodista 09:22 a.m. 11/02/2011
Así de simple. Así de alarmante. Y no se trata este de un estribillo de plaza pública, sino de una posibilidad a la vuelta de la esquina. Los Arias lo quieren todo, empezando, modestamente, por inmortalizarse en el poder, que no es, por cierto, un mal comienzo. A lo Ben Alí, a lo Mubárak, a lo Chávez' Y, bueno, el terreno para ejercer a plenitud tal vocación faraónica es hoy aquí ubérrimo, pues ni tontos que fueran para desdeñar el banquete que les ha servido en bandeja una oposición diezmada.
Todo parece tan claro que el único enigma por descifrar es en cuanto al reacomodo de vanidades en el supremo solio familiar, pues de ver siempre a Dióscar ejercer desde su olimpo de espejos, aplausos y demás abstracciones, y a Rigo de arcángel y brazo ejecutor de sus sacros designios, imaginárselos ahora al revés no es nada sencillo sobre todo si tomamos en cuenta que nunca un segundo ha sido buen primero, ni un mal primero, segundo de fiar.
Por eso, nada de raro tendría que, llegado el momento, se arreglen entre ellos y acabemos de alguna manera otra vez con la Divina Paloma (ahora tras bambalinas) sobre nuestras espaldas.
Impaciencia. Sea como sea, basta ver a Rigo frotarse las manos para atisbar su ansiedad política, rayana ya con angurria. Sabe que desde hace tiempo tiene allanado el camino al poder, salvo por un solo rival, la Constitución Política, que no le permitió en el 2010 suceder a su hermano en Zapote, y Laura, el irremediable paréntesis entre uno y otro. Pero era mejor eso, pese a las desavenencias surgidas últimamente entre los tres, a que un rival político les viniera a ventear desde el gobierno los chuicas y, de feria, a aguarles sus ímpetus dinásticos. De ahí la impaciencia de Rigo. Tan quiere ya el chupetín del “poder total” que, sin el menor recato ni respeto para la presidenta y el país, aprovecha cualquier ocasión para, rodeado de abates, cortesanos y correveidiles, marcar territorio y recordarle al mundo que él es codueño de esta carajada.
¿Cuál es su prisa? ¿Habrá descubierto la pomada canaria contra nuestros males? Enhorabuena, pero alguien como él, Rey Midas de los negocios, eterno VIP adonde vaya y bon vivant de lujo ¿qué sensibilidad social puede tener como para cambiar la mama por un burro? De llegar a gobernante, ¿qué cosa de nosotros los ciudadanos podría conmoverlo como para ensuciarse su impecable Lacoste en las arenas movedizas de este país? Cuesta en realidad imaginárselo atribulado y de nariz en esa obra apoteósica de reconstrucción nacional que demandan los costarricenses, solo por nuestra linda cara.
Cuestionamientos. De ahí que por más campaña electoral que él haga para echarse flores y primores, sus palabras jamás superarán a sus actos. Y el lío con las donaciones del BCIE parece apenas un botón de muestra entre otros cuestionamientos que se le hacen a la Santísima Dualidad, hoy más que nunca en el ojo de la tormenta ante un público ya con la paja tras la oreja sobre sus verdaderas intenciones y modo de rendir cuentas valiéndose de llamaditas, guiños y carantoñas a amigos, funcionarios, políticos y demás familiares, entre otras influencias.
No hay quite: hemos llegado al punto en que, entre nuestras máximas urgencias como país, la de vida o muerte es detener a tiempo este tipo de ínfulas imperiales cuyos resultados para la democracia y la libertad la historia recoge con sangre, dolor y lágrimas. ¡De ahí quizá los actuales escarceos de la oposición para unirse en bloque contra el enemigo'! Pero como cometa la barbaridad de hacerlo al influjo de sus momias corruptas, lo mejor para el ciudadano es buscar mama en otra parte. ¡Huele a peligro.Tomada del periódico la Nación de Costa Rica.
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