Nacion.com" class="opi-fotocolumnista" src="http://www.nacion.com/ln_ee/2009/mayo/17/_Img/679018_0.jpg" width="57" border="0" height="63"> | ColumnistaRodolfo Cerdas |
Ojo Crítico
Politólogo
En esta crisis, sería sano ver una autocrítica de los economistas y un reexamen de su ciencia. Porque de todas, fallaron todas: previsión, diagnóstico, alcances, soluciones y duración. De haber sido médicos, el paciente se habría muerto varias veces. Olvidaron que su ciencia nació como economía política y que lo que importa es la economía real y no las abstracciones.
Con el sombrero de la recesión, o sin él, la clase política debe admitir que la Costa Rica que se perdió no es solo la de la carreta y el Cadejos, sino la de una clase media fuerte, trabajadora y con oportunidades; la de un campesinado vigoroso, dueño de sus propias tierras, con crédito, mercado y posibilidad de estudio para sus hijos; la de un sector laboral con empleo, salarios crecientes y organizaciones gremiales de protección y defensa; y la de una intelectualidad politizada, con sentido crítico, sin miedo al debate democrático.
Hoy los tugurios y la miseria conviven con los guetos millonarios. Y en su entorno se agazapan las “bandas de polacos”, o las “cuevas de sapos”. Unos guardas privados y unas murallas perimetrales, incapaces de detener los desbordes de masas incontroladas, es lo único que los separa. Los unen, en cambio, los temores de unos y los resentimientos de otros, gracias a un modelo de desarrollo que incrementó la riqueza en un polo y la pobreza en otro, sin ninguna compensación; que desmejoró la condición de amplios sectores de la clase media y abrió brechas de desigualdad social tan anchas, que perfilaron varias Costa Ricas. El grotesco y ostentoso hedonismo de los nuevos ricos da la razón a la Iglesia y no al Presidente, porque el problema no es de caridad, sino de políticas sociales, que no basta enunciar, sino que debieron ejecutarse ayer.
Mientras que las revoluciones nacen en la cabeza de la sociedad, la revuelta y los disturbios emergen en su base, cuando la frustración y el miedo dan luz a la violencia. Hoy el peligro no es lo primero, sino lo segundo. Por eso la violencia está a flor de piel. No llega a reivindicativa; es indignación larvada y peligrosamente ciega, que estalla primero contra un conductor que se presume ebrio y luego contra cualquiera. Los desplantes de los new rich irritan y provocan. Invitan a salir a la calle a quienes sienten la miseria llegando a sus hogares. Sin trabajo, sin ingresos, con niños que piden comida, ollas vacías y sin horizonte, el lujo que se le restriega a esos padres es peor que una bofetada.
En tal situación, abrir camino a la violencia política, permitiéndole al Gobierno meter más sus manos en las campañas electorales y deslegitimar el sistema electoral, es lo último que haría falta para encaminarnos, a paso firme, a otro y peor 1948. No es hora para tales torpezas.
Tomado del Periódico La Nación de Costa Rica 17/05/09
COMENTARIO:
En primer lugar quiero felicitar al Dr. Rodolfo Cerdas, casi en todos su pensamiento coincidimos, es acertivo al decir en otras palabras que estamos en los linderos del hambre, que esta legión de hambrientos se volcara contra los avaros, codiciosos, que han usurpado, arruinado nuestro país, y que solo falta una chispa para la guerra, yo soy más optimista, digo que estas elecciones 2010 serán históricas, decisivas, es un hecho que si ganan los mismos seguirán haciendo lo mismo: chorizo, componendas debajo de la mesa, corrupción, clientelismo político, venta de conciencias, robos descarados, etc. por lo tanto están las puertas abierta a la guerra de esto estoy totalmente seguro, porque la condición sinecua non para la guerra es: EL HAMBRE y el desprecio hacia el ser humano y eso el pueblo por muy pacifico que sea no lo perdona. Este sistema perverso neo liberal esta destruyendo al país y Oscar Arias siegue de necio enpujando al abismo a nuestro pueblo, creyendo ingenuamente que el y su camarilla se van a salvar, esta muy equivocado.
Lic. Félix Domínguez
17/05/09 16:07
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