ARIAS: EN CONTRA DE LA OPINIÓN MUNDIAL PERO A LA PAR DEL TIÓ SAM QUE ES LO QUE INTERESA POLITICAMENTE, SIMPRE DE RODILLAS AL IMPERIALISMO YANKEE

Siempre se ha dicho que América Latina no existe como unidad política, pese a que los Estados y Naciones que la integran comparten vínculos capaces de crear una identidad común, sólida y solidaria, entre ellos la sangre, el idioma, la religión, el devenir histórico y la continuidad geográfica.

Nuestros padres históricos como Valle, Bolívar, San Martín, Morazán, Hidalgo, Morelos, consideraron la unidad latinoamericana en función de la independencia y la libertad como base del desarrollo económico y social equitativo, justo, pero también como defensa de la soberanía frente a las amenazas externas.

Su tesis, la del americanismo, va más allá del consenso en la diversidad propia del panamericanismo norteamericano, el cual lleva en su vientre el predominio del más fuerte en lo interno y de la unidad defensiva de cara al resto del mundo para garantizar el predominio interno. América para los americanos.

El proceso de consolidación americanista, por el hecho de ser más que una integración una fusión, una amalgama, ha sido mucho más difícil de desarrollar, y la historia así nos lo enseña. Ese proceso, por lo tanto, ha estado sujeto a la perenne interferencia del panamericanismo, y, en consecuencia, sus avances se han producido por jalones, por situaciones coyunturales y por crisis.

Si nos preguntamos por qué un golpe de Estado militar en Honduras, el tercer país más pobre y uno de los más pequeños en territorio y población, es teatro de una crisis política que ha conmovido a América y acaparado la atención e interés del mundo entero, no podríamos hallar la explicación, a menos que relacionemos este hecho con la necesidad de unidad americanista que los pueblos de América Latina reclaman en una coyuntura excepcional, histórica, de recomposición y equilibrio mundiales.

Esa recomposición y necesidad de equilibrio, si bien tiene presentes los inevitables elementos económicos, es, fundamentalmente, de carácter político y social, puesto que su objetivo es darle satisfacción a la exigencia universal de avanzar en la construcción de la democracia, en tanto valor supremo de la vida en sociedad, tanto en las naciones, en particular, como en la comunidad de naciones.

Así podemos entender también el profundo significado de la política de borrón y cuenta nueva del presidente Obama, de Estados Unidos, para solventar, a su juicio, la crisis política de Honduras, merced a unas elecciones realizadas en un régimen inconstitucional e ilegítimo, en contraposición a la postura de los países más importantes del Sudamérica, que comprenden lo esencial en un proceso electoral, vale decir su legalidad y legitimidad.

Es, pues, el planteamiento americanista que encarna el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil. cuyo asesor Marco Aurelio García expresa: “Consideramos lamentable que se quiera limpiar un golpe de Estado en un país que vivía en estado de sitio. Esta es una posición equivocada de Estados Unidos”.

Tomado del periódico El Tiempo de Honduras.