EDITORIAL
Carencia de aceleradores lineales
Los $10,4 millones pagados a Radioterapia Irazú entre el 2003 y el 2009 alcanzan para comprar tres aceleradores lineales
El caso de los aceleradores lineales proyecta una sombra de duda sobre la administración de la Caja en otros ámbitos
09:33 a.m. 16/11/2010
Los números no cuadran, no importa cómo se les mire. La Caja Costarricense de Seguro Social posee dos aceleradores lineales para dar tratamiento a los enfermos de cáncer, pero paga ríos de dinero a una clínica privada que con un solo aparato atiende a más del doble de pacientes. En el 2008, por ejemplo, la Caja brindó servicios con sus dos equipos al 37% de los irradiados. Radioterapia Irazú se hizo cargo del 67% restante con el único acelerador lineal a su disposición.
Si la proporción entre recursos disponibles y pacientes atendidos parece desquiciada, más sorprendente es la relación entre el dinero invertido y los beneficios percibidos. Los $10,4 millones pagados a Radioterapia Irazú entre el 2003 y el 2009 alcanzan para comprar tres aceleradores lineales. Es, entonces, verdad de Perogrullo señalar que con la tercera parte de esa suma, la Caja pudo haber comprado uno, número que le bastó a la empresa privada para atender al 67% de los pacientes irradiados en el 2008.
La Caja no estaba imposibilitada de adquirir los aparatos. El puntual pago por compra de servicios demuestra la existencia de recursos suficientes para pagar un acelerador cada dos años. Para solventar la verguenza, la institución propone tener dos nuevos aparatos en funcionamiento al finalizar el 2014. Los comprará sin comprometer su estabilidad financiera, al mismo tiempo que paga otros $6 millones a la empresa privada por atender a los pacientes necesitados de tratamiento durante los próximos cuatro años.
A fin de cuentas, entonces, el país contará con dos nuevos aceleradores en el 2014 luego de invertir, a lo largo de once años, suficientes recursos para haber comprado siete, elevando a nueve el total disponible. Costa Rica no necesita tantos, pero el hipotético exceso contrasta groseramente con la escasez de la actualidad. Los técnicos ambicionan elevar del 35% al 50% la cobertura de radioterapia brindada a los nuevos casos de cáncer detectados cada año.
Los dos aceleradores de la Caja, es cierto, pasan buena parte del tiempo fuera de servicio y sometidos a reparaciones. Uno está dañado desde hace dos meses y el otro apenas comenzó a funcionar, de nuevo, el lunes pasado. Los de la empresa privada, a juzgar por los pagos y la cantidad de pacientes atendidos, sufren menos desperfectos.
La junta directiva de la Caja aprobó la compra de tres nuevos aceleradores lineales en la sesión del 22 de setiembre del 2005 y dispuso la paulatina entrada en funcionamiento para los años 2007, 2008 y 2010, pero a la fecha nada de eso ha sucedido y la esperanza es contar, como se dijo, con dos nuevos equipos en el 2014.
Improvisación, falta de planificación, mal establecimiento de prioridades o desidia son las explicaciones más favorables a la Caja. Ninguna de ellas es aceptable tratándose de un servicio vital, en el sentido estricto de la palabra. Es responsabilidad de sus actuales directivos asegurar la previsión financiera necesaria para evitar que los planes vuelvan a ser letra muerta y, de ser posible, adelantar su concreción. Ya ha pasado demasiado tiempo sin resultados y, a juzgar por la historia, no es imposible imaginar un 2014 ayuno de tan importantes equipos médicos.
El caso de los aceleradores lineales proyecta una sombra de duda sobre la administración de la institución en otros ámbitos, menos llamativos y quizá igual de importantes. En lo que toca a los servicios de radioterapia, la Caja no ha dado muestras de apego a la racionalidad del gasto público y tampoco al sentido de urgencia propio de tan importante servicio de salud. Es hora de rectificar el camino.
Tomado del periódico la Nación de Costa Rica.
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