En Vela
Julio Rodríguez envela@nacion.co.cr 07:40 p.m. 07/11/2010
Se necesitaría la pluma de Vargas Llosa –entre los grandes escritores de Hispanoamérica– y el humor destilado de Cantinflas para describir y entender los vericuetos mentales de Daniel Ortega y su corte en estos días. Los psiquiatras no darían abasto.
Aquí, en este torrente demencial, hay para todos los gustos. La prensa ha dado cuenta ya de los principales episodios de esta tragicomedia orteguiana, cuyo clímax fue el mapa de Google, al que siguió el ruego oficial de Ortega y de su canciller a esta empresa para que, por favor, no publicaran la rectificación. Esta sola prueba basta y sobra para que la OEA proceda contra Ortega, pero este es otro cantar. Ortega hace las muecas y las piruetas, pero su titiritero está en América del Sur. El quid ahora es saber si, en esta aventura demencial, Ortega actuó por cuenta propia o fue manejado a distancia, esto es, si se trata de un loco suelto o de un loco dirigido. Si lo primero, el loquero puede ayudar, conminando a Ortega a que vuelva al encierro; si lo segundo, cabe suponer que todo conspira contra la OEA, so pretexto de Costa Rica. Una invasión contra un país con ejército asusta y moviliza; contra un país pequeño y sin ejército –y en América Latina– solo sirve para que los países exhiban su capacidad de mercadeo.
Ortega lo sabe y, sea lo que sea, le propinó, a tono con su mejor estilo, una cachetada a Insulza al llegar este a Managua. Ortega no lo recibió de inmediato, como lo exigían las circunstancias y un elemental sentido de urbanidad, sino que lo hizo esperar seis horas y la reunión tuvo lugar no en su casa o en la presidencia, sino en la secretaría del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). La simbología es elocuente: “señor Insulza, yo lo recibo cuando me da la gana y la institucionalidad nunca me ha importado. Lo que cuenta es la fuerza militar y la ideología marxista del FSLN”. Más claro no canta un gallo, más cuando Ortega solo permitió el acceso de la prensa de Nicaragua, obligada a oír sin preguntar.
Insulza es un político escaldado y escamado (esperamos) en los reveses del golpe de Estado en Honduras y habrá sacado provecho, si tiene dignidad y sentido de la verdad, del trato humillante de Ortega, de la elocuencia de las pruebas aportadas por Costa Rica y de la reacción cínica de este y de su camarilla. Si su informe del martes en la OEA no es categórico (el retiro inmediato del Ejército nicaragüense, que Ortega condicionaría al amojonamiento de la frontera para mantener vivo el tema y salvar cara (que no tiene), la OEA se extinguiría inodora, incolora, insípida e insulsa'
En la OEA y en América todo resulta posible, desde Vargas Llosa a Ortega.
Tomado del periódico la Nación de Costa Rica.
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