En Vela
Julio Rodríguez envela@nacion.co.cr 07:13 a.m. 30/01/2011
Primero escalo yo la cumbre del Everest que se logre consumar la alianza de los partidos de oposición para el 2014: PAC, PUSC (el calderonista), PASE y ML.
No se forja un pacto opositor de restaurante en restaurante. Se requiere antes un conocimiento objetivo de la realidad política del país y, en particular, un examen leal del estado de cada partido de cara a las elecciones pasadas y al 2014, que tanto los desvela. En este hipotético análisis interno se impone una pregunta central que deben responder: ¿de qué país estamos hablando? Nadie da lo que no tiene y nadie debe ofrecer lo que no puede cumplir.
A juzgar por las noticias, el móvil de esta supuesta alianza no es el país y ni siquiera el propio partido, sino la precandidatura de Rodrigo Arias en el PLN, que la oposición ha ungido, al parecer, como el candidato. No se debe construir sobre arena movediza.
Despiste costoso y falaz punto de partida, tan precario como el del propio Rodrigo Arias: el lanzamiento de su campaña desde antes del 8 de mayo pasado que, por su aceleración desesperada, lo ha llevado a incurrir en graves errores. El primero, anteponer el ansia de poder a otras consideraciones valorativas, objetivas y esenciales. El segundo, el olvido del sabio refrán: “Dime con quién andas y te diré quién eres”. No recuerdo en la política nacional a otro equipo igual de servidores –visibles– cortejando a un pretendiente. ¿Tendrá tiempo para un viraje radical?
Tratar, entonces, de montar una alianza imposible sobre un candidato improbable, dadas sus primeras andanzas y sus estrategias actuales, es sencillamente perder el tiempo, que muy bien podrían emplear los partidos de oposición en responder primeramente, por separado, a esta pregunta: ¿Qué somos y hacia dónde vamos? ¿Somos un partido político, con todo lo que esto significa, o un club de amigos, que se da cita cada cuatro años, mientras su fracción legislativa deambula sin un objetivo o un plan constructor?
Un partido político debe ser un equipo de pensamiento y acción, que, para ascender y conquistar, un día, el poder, debe rendir cuentas al pueblo. Esta rendición de cuentas son los trofeos, los resultados o el desempeño de su labor política. Una campaña sobre denuncias y promesas no convence. Es un disco rayado que, hoy más que nunca, en un mundo competitivo y anhelante de innovación, nadie escucha. Un candidato se puede hacer en una campaña. Una lista atractiva de resultados visibles y necesarios no se improvisa. Se construye día a día, desde el partido o en forma solidaria o negociada, para no llegar a las elecciones con las manos vacías.
Tomado del periódico la Nación de Costa Rica.
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