viernes, 7 de enero de 2011
DICTADURA DE LOS ARIAS: MALOS AUGURIOS PARA COSTA RICA, LAS DICTADURAS SON MALAS CONSEJEREAS.
EN VELA
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Julio Rodríguez envela@nacion.com 07:36 p.m. 06/01/2011
Así es la democracia y ahí reside su fuerza moral: por elección popular o por decisión personal unos van y otros vienen. La democracia, encrespada o serena, siempre es, como la vida, un mar en movimiento. La dictadura es una ciénaga.
Esta vez anuncia que se va, con decoro y libertad, el exministro de Hacienda y diputado del PLN, don Guillermo Zúñiga. Según dijo, lo hicieron a un lado en los últimos meses. “Lo que siento –declaró– es que no formo parte de este Gobierno. Si no formo parte de nada, yo no estoy haciendo nada, a la de menos, lo que estoy es estorbando y no quiero estorbarle al Gobierno”. Volverá a las tiendas del precandidato Rodrigo Arias y a sus labores profesionales. En la política y en la historia hay, venturosamente, muchas estancias y lo que, en verdad, importa es estar dispuesto a servir.
El ministro de la Presidencia, Marco Vargas, paternalmente le ha pedido continuar como diputado, pues, además de tener con él “una linda amistad”, no hay distancia, según su criterio, entre el diputado y el Gobierno (¿¡). Aquí se abre un paréntesis, pues, siendo don Guillermo ministro de Hacienda dio a entender, un día, que renunciaría para lanzarse como precandidato en la convención del PLN, pero, pocas horas después, desistió. Importa destacar que no se ha dramatizado y que la vida sigue su curso.
No es fácil renunciar en un país donde algunos se aferran al cargo como una ostra a la concha. En las democracias sólidas la renuncia es un acto pacífico. La curul legislativa es un crisol de ideas y de decisiones. Pero no faltan los usufructuarios, que las consideran su trono, para deponer sus posaderas. De todo hay en la viña del Señor.
La democracia es un sistema de libertad para administrar el poder derivado del pueblo. Esta es la cuestión: el poder, un instrumento necesario y eficaz, si se ajusta a la ley y a la moral, o demoníaco, si se enmaraña en la corrupción o el narcisismo. El poder primero atonta, luego corrompe, aunque hay tonticos de carné y ambiciosos, donde ya no cabe más atontamiento.
Seamos serios, pero no nos tomemos en serio, máxime frente a las sirenas del poder. Cuenta Hanna Arendt, experta en estas trampas, que unos fontaneros hacían reparaciones, entre blasfemia y blasfemia, en el Vaticano. Los oyó el papa Juan XXIII y, en vez de recetarles un sermón, se acercó a ellos respetuoso y les dijo: “¿Acaso, en vez de blasfemar, no pueden decir “mierda” como hacemos nosotros?”.
Los pies en la Tierra y la mirada en las estrellas.
Tomada del periódico la Nación de Costa Rica.
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Julio Rodríguez envela@nacion.com 07:36 p.m. 06/01/2011
Así es la democracia y ahí reside su fuerza moral: por elección popular o por decisión personal unos van y otros vienen. La democracia, encrespada o serena, siempre es, como la vida, un mar en movimiento. La dictadura es una ciénaga.
Esta vez anuncia que se va, con decoro y libertad, el exministro de Hacienda y diputado del PLN, don Guillermo Zúñiga. Según dijo, lo hicieron a un lado en los últimos meses. “Lo que siento –declaró– es que no formo parte de este Gobierno. Si no formo parte de nada, yo no estoy haciendo nada, a la de menos, lo que estoy es estorbando y no quiero estorbarle al Gobierno”. Volverá a las tiendas del precandidato Rodrigo Arias y a sus labores profesionales. En la política y en la historia hay, venturosamente, muchas estancias y lo que, en verdad, importa es estar dispuesto a servir.
El ministro de la Presidencia, Marco Vargas, paternalmente le ha pedido continuar como diputado, pues, además de tener con él “una linda amistad”, no hay distancia, según su criterio, entre el diputado y el Gobierno (¿¡). Aquí se abre un paréntesis, pues, siendo don Guillermo ministro de Hacienda dio a entender, un día, que renunciaría para lanzarse como precandidato en la convención del PLN, pero, pocas horas después, desistió. Importa destacar que no se ha dramatizado y que la vida sigue su curso.
No es fácil renunciar en un país donde algunos se aferran al cargo como una ostra a la concha. En las democracias sólidas la renuncia es un acto pacífico. La curul legislativa es un crisol de ideas y de decisiones. Pero no faltan los usufructuarios, que las consideran su trono, para deponer sus posaderas. De todo hay en la viña del Señor.
La democracia es un sistema de libertad para administrar el poder derivado del pueblo. Esta es la cuestión: el poder, un instrumento necesario y eficaz, si se ajusta a la ley y a la moral, o demoníaco, si se enmaraña en la corrupción o el narcisismo. El poder primero atonta, luego corrompe, aunque hay tonticos de carné y ambiciosos, donde ya no cabe más atontamiento.
Seamos serios, pero no nos tomemos en serio, máxime frente a las sirenas del poder. Cuenta Hanna Arendt, experta en estas trampas, que unos fontaneros hacían reparaciones, entre blasfemia y blasfemia, en el Vaticano. Los oyó el papa Juan XXIII y, en vez de recetarles un sermón, se acercó a ellos respetuoso y les dijo: “¿Acaso, en vez de blasfemar, no pueden decir “mierda” como hacemos nosotros?”.
Los pies en la Tierra y la mirada en las estrellas.
Tomada del periódico la Nación de Costa Rica.
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