Columnista
Ojo Crítico
Rodolfo Cerdas Politólogo 08:29 p.m. 29/01/2011
La actitud prepotente y rígida de la fracción liberacionista, sobre la creación de una comisión investigadora de las responsabilidades, políticas y no judiciales, que podrían caberle a don Rodrigo Arias, al ministro Tijerino y al Fiscal General, no puede ser más lamentable ni errónea. Negarse rotundamente a aceptar el control político que exigía la oposición, no es otra cosa que ejercer un provocador derecho de veto ilegítimo y lanzar sombras sobre su protegido.
El ansia de pasar a otra cosa y olvidarse del asunto ha sido evidente. Demuestra el hecho lamentable de que don Rodrigo, en la Asamblea, no parece tener amigos políticos de valía que sepan aconsejarlo, aunque sí muchos sicofantes que, con sus aplausos incondicionales, al parecer lo inducen a error. Siendo él uno de los pocos políticos que en los últimos decenios han mostrado una gran vocación de poder, amén de habilidad y fuerza para ejercerlo, no se entiende que haya aceptado, primero, acuerparse –como si fuera un aprendiz de dictador– de diputados-guardaespaldas en el Salón de Expresidentes; y luego, irse en procesión, como si fuera un san Ramón o un Santiago (aunque sin andas, porque no las tenían a mano), con rumbo a la presidencia de la Asamblea.
Es ahora cuando se probará la clase de “oposición” parlamentaria que tenemos. Si el Libertario hizo realmente un pacto de gobernabilidad, o solo fue la tapadera para un pacto de complicidad. Y si para el PAC la seriedad al enfrentar la errónea ruta del régimen actual se disuelve en hacer discursos, dejar constancia de su desacuerdo, y seguir siendo modosito y bien portado, para sacar diez en conducta.
Los otros dos actores: el PUSC, que se ha mostrado inteligente, experimentado, hábil y acucioso (aunque siempre con la tentación de competir con el Libertario en sus chalaneos con el régimen), debiera valorar bien el rédito electoral que obtiene cuando denuncia y combate las fallas de este gobierno. El PASE, cuando ejerce verdadera oposición, logra reafirmar su identidad partidaria, que le es tan esencial en esta etapa. Sobre los partidos confesionales, lo único que cabe decir es que mejor que se pongan bien con Dios para la otra vida; porque en esta, están requemados como “cachimbalitos rezadores” bajo la sombra del Gobierno.
Este es un momento crucial para la oposición, que no debe dejarse imponer, como en otros casos, el bozal que se le ocurra al PLN. Si hay veto para el control político, lo lógico es que entonces debe haber veto para lo del gobierno. Si no hay negociación y diálogo verdaderos, y sí una política de chilillo y “ordeno y mando”, es el momento en que el tema deja de tener importancia perse y deveniene en una batalla por la República y la democracia.
Tomada del periódico la Nación de Costa Rica.
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