Por una discusión sin amenazas
Román Macaya Hayes Empresario. Exprecandidato presidencial (PAC). 08:13 p.m. 22/01/2011
Doña Laura Chinchilla amenaza a la oposición diciendo que será su culpa si el país no remedia la situación fiscal en un año y cae en lo que ella llama un abismo oscuro y profundo. Sus palabras no inducen al diálogo constructivo y creativo en relación al nuevo plan fiscal. Sin embargo, ya que lo menciona, ¿de quién es culpa?
Doña Laura nunca usó palabras como “abismo oscuro y profundo” para describir la dirección del país durante su campaña. No podría, ya que la Administración Arias-Chinchilla (¿o no fue así?) recién había prometido BMW´s y Mercedes Benz si se aprobaba el TLC. No reaccionó ante el despilfarro de dinero en las ridículas inauguraciones de lo inexistente por parte de Arias, ni cuando éste dijo haberle dejado “la mesa servida”. Tampoco comentó sobre el disparo insostenible en los gastos fijos del Estado, ni cuando el ahora líder del nuevo plan fiscal -Guillermo Zúñiga- dijo hace cinco meses que el país tiene mucho margen para endeudarse más ya que se redujo la deuda pública en relación al PIB en la Administración pasada.
Abel Pacheco también pegó el grito por una reforma fiscal. A pesar de no obtenerla, le dejó las arcas del Estado llenas al Gobierno de Arias, quien la malgastó rápidamente. Hoy nos dicen que la situación es diferente por la crisis. Sin embargo, al mismo tiempo se implementan acciones que empeoran nuestra situación, fomentando el gasto ineficiente de recursos sin arreglar problemas operativos de fondo en las instituciones del Estado, como la Caja. Mucho de este problema radica en la pobre dirección de estas instituciones por parte de personas que no tienen la más mínima calificación para administrarlas, y que, sin embargo, buscan y aceptan estos cargos irresponsablemente.
La reforma fiscal no será aprobada con amenazas. El Gobierno debe decirle al país en qué va a usar estos fondos de los costarricenses, además de quiénes y cómo los van a administrar. Sin ninguna claridad, doña Laura nos dice que hay que remediar la situación fiscal recaudando un 2.5% del PIB adicional, pero por otro lado René Castro afirma que tenemos que usar entre 2 y 4% del PIB en una Policía de Fronteras. Si hay Policía de Fronteras, la situación fiscal se empeora. Si remediamos la situación fiscal, no hay Policía. ¿Quién dice la verdad? Además, ¿qué pasará con la Policía de Frontera, que ya se inició, si no se aprueba la reforma fiscal? Parece pura improvisación, como lo fue darle permiso a Ortega para que dragara el San Juan con base en su honorable palabra de que no habría ningún daño ambiental.
Mejor tracemos una ruta positiva y utilicemos la crisis para darle el necesario y pendiente golpe de timón que se merece Costa Rica. El plan fiscal es una herramienta, pero no un fin en sí mismo. Al centro debe estar nuestra calidad de vida colectiva y nuestro desarrollo humano. Definamos un plan de reactivación económica en beneficio de nuestros ciudadanos y nuestra sociedad, en el amplio sentido de la palabra. Fijemos metas, como que nuestro país esté entre los primeros diez países del mundo en educación y salud, que sea el primer país del mundo en generar el 100% de su electricidad de fuentes renovables, que tengamos un sistema de transporte público eficiente, que estemos en la punta tecnológica en telecomunicaciones, que nuestros ríos y parques nacionales estén verdaderamente protegidos y que el estándar de vida rural a base de agricultura y turismo sea saludable y sostenible. Tomemos acción en la reducción en la brecha social que queremos y fijemos metas en la creación de nuevas empresas, que son las que más empleo generan en sus primeros años.
Fijada la visión y el rumbo del país, la gran discusión es sobre cuál es el rol del Estado como servidor y facilitador versus el sector privado como productor en este plan y a cuántos años queremos alcanzar la meta. De aquí saldrá la necesidad de recursos económicos, y nuestra decisión nacional sobre cómo distribuir la carga fiscal, con justicia no solo entre clases sociales, sino también entre sectores productivos y entre generaciones de costarricenses. El Gobierno inició la actual discusión del plan fiscal en negativo, haciéndola vulnerable al chantaje, amenazas, demagogia y politiquería. Si con base en esta discusión cada uno ve un posible futuro más seguro y una mejor calidad de vida para sus hijos, la discusión del plan podría ser una luz en toda esta oscuridad.Tomada del periódico la Nación de Costa Rica.
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