LUCHADOR HASTA LA MUERTE.

LUCHADOR HASTA LA MUERTE.
VIVA LA DEMOCRACIA PARTICIPATIVA DE LA CLASE TRABAJADORA

EL PUEBLO TIENE DERECHO A COMER


  • LÍDER, ACTIVISTA, ABOGADO, NOTARIO PÚBLICO, EMPRESARIO EXITOSO.
  • SALARIO MÍNIMO JUSTO DE ¢350,000 MENSUALES.
  • LUCHA CONTRA EL RÉGIMEN CORRUPTO DICTATORIAL DE LOS ARIAS.
  • PROGRESO CON BENFICIO SOCIAL.
  • DEFIENDE CLASE TRABAJADORA, MICRO, PEQUEÑO Y MEDIANOS EMPRESARIOS HONESTOS.
  • CONOCEDOR Y VISIONARIO DE LOS PROBLEMAS DE COSTA RICA.
  • UN PATRIOTA NO SE VENDE NI SE COMPRA.
  • POLITICOS CORRUPTOS DEBEN ESTAR EN LA CÁRCEL, CORRUPCIÓN CANCER DE COSTA RICA.

“La democracia no es algo abstracto, no es que el rico le diga que vive en democracia, no es ir a elecciones cada 4 años. La democracia no es una forma política; es una forma de vida; es acceso al trabajo, estudio, salud, recreación, tranquilidad, es decir; repartir la riqueza a la mayoría, vivir dignamente solo se logra cuando la clase trabajdora tome el poder; hoy la "democracia" capitalista es para los ricos, los demás son simples esclavos modernos”

¡¡¡ BASTA, BASTA, BASTA DE CORRUPCIÓN, CORRUPCIÓN!!!


DESPIERTA PUEBLO, SOLO LA LUCHA ORGANIZA Y BIEN DIRIGIDA NOS HARÁ LIBRES, UNIDOS SEREMOS FUERTES Y VENCEREMOS. VIVA COSTA RICA LIBRE. NO A LOS CORRUPTOS, LADRONES, VENDEPATRIA, NO A LOS POLITICOS TRADICIONALES CORRUPTOS, NO A LA VIEJA POLITICA. NO MINERÍA, NO EXPLOTACIÓN PETROLERA.

domingo, 27 de diciembre de 2009

EL REGIMEN DE LOS ARIAS: NO DEBEN JALARLE MUCHO EL RABO A LA TERNERA, TODO TIENE SU LIMITE EN LA VIDA.

Arnoldo Brenes Castro

Epílogo

Abogado





http://www.nacion.com

TAMAÑO

Es interesante observar un picapedrero haciendo su trabajo. Normalmente, una piedra grande y sólida no se quiebra de un solo golpe. Se requieren muchos mazazos, y cuando luego de varios súbitamente la piedra se parte, en realidad no es por ese único golpe, sino por el efecto acumulado de todos los que le antecedieron.

Esta imagen metafórica, aplicable positiva o negativamente a muchas cosas, hoy más que nunca ilustra los golpes altos y bajos que día a día recibe la democracia costarricense. Cierto que en el Latinobarómetro los costarricenses recientemente calificábamos nuestra democracia como robusta, pero esta evaluación tuvo lugar mucho antes del desenlace de la reciente elección del Defensor de los Habitantes.

Como tuve la experiencia directa de participar como candidato en este proceso, he querido compartir algunas reflexiones personales sobre la elección, la cual, por cierto, me perdí por encontrarme fuera del país defendiendo los intereses patrios.

Ya estábamos advertidos. Comienzo por reconocer que desde el inicio sabía en lo que me estaba involucrando. La fracción del partido en el gobierno había sido clara al anunciar su respaldo para su candidata oficial, aun antes de iniciado el proceso de calificación. A pesar de esto, decidí participar pues me parecía un reto interesante en lo personal y me sentía capacitado para el cargo, pero, también, porque era necesario que otros costarricenses pusieran sus atestados a disposición del país durante el proceso, puesto que solo de esa forma se revitaliza el proceso democrático. A pesar de las advertencias, tenía la confianza de que el sistema democrático se encargaría de guiar el concurso, pero hoy debo reconocer que no fue así.

El proceso en sí. El proceso de calificación recibió bastante publicidad, sobre todo en los días previos a la votación. Se le han criticado los criterios utilizados para otorgar puntaje, pero también la forma como algunos diputados dieron uso a su margen de discreción para asignar las calificaciones. Se trata de temas diferentes que deben analizarse de manera independiente. En cuanto a la metodología, durante la primera valoración de los atestados se detectaron aspectos que debían afinarse, pero me parece que esto se hizo, al menos parcialmente, como resultado de las apelaciones que se presentaron. El problema en apariencia vino con los otros componentes del proceso que permitían un mayor margen de subjetividad para otorgar puntos, como el ensayo y la entrevista. Aquí, los problemas que se hubieran podido denunciar no estarían en el proceso, sino en si el método se utilizó individualmente, con integridad o no.

Agradezco a la Comisión de Nombramientos haberme considerado como el mejor calificado para ser Defensor de los Habitantes. Mi candidatura fue interesante en el sentido de que no conté con ningún tipo de respaldo político, y al final fue claro que en realidad el puntaje no vale mucho. Esto también lo sabía desde el inicio –habría sido iluso pensar lo contrario– así que no puedo reclamar, aunque no puedo evitar soñar con que algún día se ponga en práctica un sistema de elección donde los atestados y méritos sean el criterio determinante.

El resultado. El resultado final de la elección es conocido y no ha estado exento de comentarios. Es claro que quienes tuvieron la responsabilidad del resultado de la elección, al igual que quienes contribuyeron de diferentes formas para lograrlo, son actores políticos, por lo debían conocer bien de antemano los posibles costos que se derivarían de todo el proceso, en diferentes niveles. Así que les corresponderá a ellos eventualmente asumirlos. Los aspectos que me preocupan son los que posiblemente más nos deberían importar: la salud de la democracia costarricense y la credibilidad de la Defensoría como institución.

Depende de nosotros. Y aquí es donde volvemos a la metáfora de la piedra. Las críticas que se han suscitado en torno a todo el proceso de elección, podrían convertirse en pequeños mazazos dados a la confianza en nuestra democracia, o incluso a la imagen de la propia Defensoría. Esto, sin embargo, no nos conviene a los costarricenses ni al sistema democrático, por lo que debemos evitarlo.

Cierto que ha habido errores, incluso irregularidades, como el haber calificado a un notable candidato con un “cero” en la entrevista. No obstante, si ha habido decepción por la injerencia de la política en la votación, no olvidemos que ya estábamos advertidos desde el inicio que así sería. Por supuesto que la notificación no justifica el acto. Pero toda esta experiencia nos enseña que es imperativo que tomemos medidas para cambiar la forma de elegir al Defensor. Está en nosotros saber sacar las lecciones de todo esto, y decidir si los pequeños mazazos serán parte de un proceso de fortalecimiento o de debilitamiento de nuestra democracia.

Tomada del periódico La Nación de Costa Rica.

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