Julio Rodríguez | envela@nacion.co.cr
En Vela
Un editorial de La Nación , que abrió el debate; el TSE, autor de la reforma; la columna En Guardia , abogados, expertos en materia electoral y diputados debaten si conviene o no la eliminación del conteo manual de los votos. Los argumentos son de peso. La mayoría está en contra.
Al margen de las razones jurídicas y políticas, tan importantes, cabrían dos aspectos dignos de nota: el peligro en romper, de golpe y porrazo, una tradición, aunque se la tilde de anacrónica, y, en segundo lugar, la campaña contra la institucionalidad y, concretamente, contra el TSE y la democracia costarricense a partir de abril del 2005, patente en la elección del 2006 y en el referendo sobre el TLC.
En cuanto a lo primero, conviene proceder con prudencia radical, si, en verdad, no hay motivos convincentes, en el orden intelectual, moral e histórico, más allá de la propia conveniencia, para cambiar. No se trata de conservadurismo o de progresismo, del cambio por el cambio o por comodidad, sino de la hondura y respeto de aquello que se ha encarnado en los hábitos, conductas o estilo de un pueblo. No se puede tocar la romería a la basílica de la Virgen de los Ángeles, excepto, como ocurrió, por el bien superior comprobado de la salud pública. Tampoco, en materia prosaica, se pueden agrandar los marcos, las áreas de juego en el futbol o el número de jugadores para facilitar los goles. En materia electoral, el acto de entintarse el dedo pulgar como forma de control o de observancia, tenía una simbología, cuya eliminación, por un lápiz impersonal, le restó solemnidad al voto. Los signos exteriores, visibles, tangibles, como en el amor, son muy importantes.
En cuanto a la institucionalidad, bien lo sabemos. Están a la vista la mala fe –y el ridículo- de las “denuncias” sobre fraude en el 2006 y en el referendo. Se habló de “chanchullo” horas antes de cerrarse las urnas. El prestigio electoral de Costa Rica aplastó la bajeza. Es preciso, entonces, no brindarles el mínimo pretexto a los difamadores profesionales. El politólogo y comunicador Gustavo Adolfo Araya denunció a tiempo, en La Nación , la creación de un movimiento antidemocrático, bajo el alero de una “red de control ciudadano” para realizar, en esta elección, una “auditoría electoral ciudadana”, con la pretensión de emitir un veredicto por sí y ante sí de la limpieza electoral en febrero del 2010.
Cualquier esfuerzo, pues, es poco para no dar cabida a la mala fe y a quienes culpan al sistema de sus propios desvaríos. Dados los antecedentes y el entorno, esta elección, tan apacible, tiene una proyección singular.Tomado del periódico La Nación de Costa Rica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario