LUCHADOR HASTA LA MUERTE.

LUCHADOR HASTA LA MUERTE.
VIVA LA DEMOCRACIA PARTICIPATIVA DE LA CLASE TRABAJADORA

EL PUEBLO TIENE DERECHO A COMER


  • LÍDER, ACTIVISTA, ABOGADO, NOTARIO PÚBLICO, EMPRESARIO EXITOSO.
  • SALARIO MÍNIMO JUSTO DE ¢350,000 MENSUALES.
  • LUCHA CONTRA EL RÉGIMEN CORRUPTO DICTATORIAL DE LOS ARIAS.
  • PROGRESO CON BENFICIO SOCIAL.
  • DEFIENDE CLASE TRABAJADORA, MICRO, PEQUEÑO Y MEDIANOS EMPRESARIOS HONESTOS.
  • CONOCEDOR Y VISIONARIO DE LOS PROBLEMAS DE COSTA RICA.
  • UN PATRIOTA NO SE VENDE NI SE COMPRA.
  • POLITICOS CORRUPTOS DEBEN ESTAR EN LA CÁRCEL, CORRUPCIÓN CANCER DE COSTA RICA.

“La democracia no es algo abstracto, no es que el rico le diga que vive en democracia, no es ir a elecciones cada 4 años. La democracia no es una forma política; es una forma de vida; es acceso al trabajo, estudio, salud, recreación, tranquilidad, es decir; repartir la riqueza a la mayoría, vivir dignamente solo se logra cuando la clase trabajdora tome el poder; hoy la "democracia" capitalista es para los ricos, los demás son simples esclavos modernos”

¡¡¡ BASTA, BASTA, BASTA DE CORRUPCIÓN, CORRUPCIÓN!!!


DESPIERTA PUEBLO, SOLO LA LUCHA ORGANIZA Y BIEN DIRIGIDA NOS HARÁ LIBRES, UNIDOS SEREMOS FUERTES Y VENCEREMOS. VIVA COSTA RICA LIBRE. NO A LOS CORRUPTOS, LADRONES, VENDEPATRIA, NO A LOS POLITICOS TRADICIONALES CORRUPTOS, NO A LA VIEJA POLITICA. NO MINERÍA, NO EXPLOTACIÓN PETROLERA.

viernes, 25 de junio de 2010

DIPUTADOS SINVERGUENZA, ESTAFADORES, EXCEPTO PAC Y FRENTE AMPLIO. SI QUIEREN GANAR PLATA PONGAN UN NEGOCIO PERO NO ESTAFEN A LOS TRABAJADORES.

“Borrachos” políticos Imprimir Correo electrónico
Escrito por Claudio Alpízar Otoya*
Viernes 25 de Junio de 2010 06:57

Hay un chiste que como tantos tiene mucha sabiduría popular, y que aplicado a la vida diaria es todo un mensaje. Es el que cuenta la historia de un hombre que sale borracho de una cantina, toma su automóvil y sale conduciendo contravía por la autopista; enciende la radio, y de repente la programación musical se interrumpe con una noticia que advierte a todos los conductores que deben tener cuidado al circular por la autopista, pues un borracho conduce contravía. El borracho al oír la noticia y ver la gran cantidad de carros que tiene que esquivar para no chocar exclama con molestia y admiración: ¡Un borracho! ¡Un motón!

Exactamente es lo que sucede con algunos de nuestros políticos cuando defienden un sin sentido como si fuese una propuesta fabulosa, pero de repente surgen cientos, miles y a veces millones de ciudadanos opuestos a su proyecto. Entonces, y con alto grado de miopía cognoscitiva, determinan que el pueblo es tonto e ignorante al estar en contra de su propuesta, pues ellos son la luz y el camino, y eso obliga a aceptar sus propuestas sin cuestionamientos.

El tema del aumento salarial del los diputados es un ejemplo concreto de conducir políticamente contravía, tema que como pocos tuvo casi un 99% de veto ciudadano, que al final dio al traste con las intenciones de los congresistas. Veto popular que dichosamente fue interpretado y respaldado por la Presidenta de la República.

Ese manejo contravía del asunto, que como un buen “tráfico” debió parar desde el inicio el Ministerio de la Presidencia, provocó varios choques y sin duda muchos heridos y resentidos políticos. Heridas que deberán sanarse de emergencia, pues la administración 2010-2014 apenas inicia, y no es bueno un distanciamiento entre los Poderes Ejecutivo y Legislativo, pues como he escrito en otras ocasiones, ambos son “bueyes” de una misma carreta.

Nuestros diputados al subir a sus automóviles nunca sintonizaron sus radios, tampoco ojearon periódicos o sacaron un rato para ver noticias en televisión. De haberlo hecho se hubiesen dado cuenta que todos los medios de comunicación advertían de “un(os) borracho(s) contravía”, que promovía(n) un proyecto impopular de aumento salarial, en medio de una crisis mundial que exige austeridad.

Los diputados insistieron, justificaban el aumento con argumentos técnico-financieros, pero el tema era de solidaridad, de valores, de moral y de principios. Esto los deja marcados para el resto de su gestión. Por más acelerador (“vía rápida”) que metieron para esquivar a la opinión pública, terminaron chocando con un paredón de puro concreto: el pueblo; ese mismo que muchas veces soñoliento o dormido en la irresponsabilidad decide despertar de un socollón.

Por formación académica y por convicción creo en la democracia como el mejor de todos los sistemas -a pesar de su imperfección-, por lo que lamento el daño que unos diputados le han provocado a la institucionalidad de la Asamblea Legislativa y a cientos de buenos funcionarios que la integran; ya de por sí socavada por anteriores legisladores que no hicieron su mejor esfuerzo para devolver la majestuosidad y la rigurosidad que exige ser representante ciudadano ante el Primer Poder de la República.

Los ciudadanos han de saber digerir estos tragos amargos sin menoscabar la importancia de la institución, y buscar soluciones para fortalecer al Poder Legislativo, que a todas luces es sustento y base de la democracia. Somos la democracia más antigua y reconocida de América Latina, eso nos obliga a poseer un mejor Parlamento y con grandes diputados, lo que exige cambios inmediatos en la forma de seleccionar a las personas que llegan a estos puestos. Cambios que deberían ser promovidos tanto por el Tribunal Supremo de Elecciones como por nuestros partidos políticos.

De lo contrario seguiremos atentando contra nuestra democracia. Hoy por hoy la fórmula de papeleta electoral provincial, en la cual con nuestro voto avalamos a toda una lista de personas, sin tener discrecionalidad para vetar algunos de los nombres propuestos, son listas provinciales que promueven el anonimato y la mediocridad. Además, limitan el derecho ciudadano de vetar a “políticos” que vienen a gobernar como el borracho del chiste, conduciendo los destinos del país por una vía contraria a la que reclaman las aspiraciones de las grandes mayorías.

De continuar con la forma actual de seleccionar a los diputados, seguirá siendo falsa la premisa divulgada de que los diputados representan a los ciudadanos, si acaso a sus partidos y a sus líderes. Basta con preguntar a las personas por el nombre del diputado que votaron en la última elección para darse cuenta que son muy pocos los costarricenses que tienen claro por quién lo hicieron. Pero, esto también responsabiliza a cada uno de nosotros, que acostumbrados a un proceso electoral que exige mejoras y limitados a creer que la democracia es solamente el ejercicio del voto, promovemos con esa ignorancia y desinterés la presencia de “borrachos” políticos conduciendo en contravía del futuro que merecen nuestros hijos.

Tomado del periódico La Prensa Libre de Costa Rica.

*Politólogo

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