LUCHADOR HASTA LA MUERTE.

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VIVA LA DEMOCRACIA PARTICIPATIVA DE LA CLASE TRABAJADORA

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“La democracia no es algo abstracto, no es que el rico le diga que vive en democracia, no es ir a elecciones cada 4 años. La democracia no es una forma política; es una forma de vida; es acceso al trabajo, estudio, salud, recreación, tranquilidad, es decir; repartir la riqueza a la mayoría, vivir dignamente solo se logra cuando la clase trabajdora tome el poder; hoy la "democracia" capitalista es para los ricos, los demás son simples esclavos modernos”

¡¡¡ BASTA, BASTA, BASTA DE CORRUPCIÓN, CORRUPCIÓN!!!


DESPIERTA PUEBLO, SOLO LA LUCHA ORGANIZA Y BIEN DIRIGIDA NOS HARÁ LIBRES, UNIDOS SEREMOS FUERTES Y VENCEREMOS. VIVA COSTA RICA LIBRE. NO A LOS CORRUPTOS, LADRONES, VENDEPATRIA, NO A LOS POLITICOS TRADICIONALES CORRUPTOS, NO A LA VIEJA POLITICA. NO MINERÍA, NO EXPLOTACIÓN PETROLERA.

domingo, 11 de septiembre de 2011

CONTRALORA GENERAL DE LA REPÚBLICA ROCÍO AGUILAR ES FICAHA DE LA DICTADURA ARIAS, NO REELECCIÓN COMPLACIENTE RODIRIGO ARIAS "FONDOS PRIVADOS"

A ocho meses de que se venza su gestión, la máxima jerarca de la institución encargada de controlar a la burocracia estatal admite que la situación financiera obliga a encender las alarmas, pero va más allá. Pone la

Contralora: ‘No se trata solo de otorgar los recursos’

A ocho meses de que se venza su gestión, la máxima jerarca de la institución encargada de controlar a la burocracia estatal admite que la situación financiera obliga a encender las alarmas, pero va más allá. Pone la capacidad de gestión como “uno de los problemas más críticos de la Administración”. Por eso pide una reforma a las leyes que rigen a todos los empleados públicos y afinar muy bien a quienes integran juntas directivas

Rocío Aguilar Contralora general

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Álvaro Murillo alvaromurillo@nacion.com 10:13 a.m. 10/09/2011

Oscura era la cabellera de Rocío Aguilar en mayo del 2005, pero el Congreso la designó entonces jerarca máxima de la entidad encargada de controlar la burocracia. Seis años después, ella encarna bien la frase que pronuncia a sus 54 años: “Me sacaron las canas”.

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Quizá le falten porque le quedan ocho meses del nombramiento, y muchos temas hierven en el edificio piramidal de La Sabana y repercuten en la oficina ubicada en el piso 14. Por esto, Aguilar dice que no ha consultado aún la almohada sobre si irse o intentar convencer a los diputados de que la reelijan.

De momento, hay temas para rato. Sus opiniones técnicas tienen efectos políticos, y ella lo sabe. Por eso se cuida de hablar de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) (“no usaría esa palabra, ‘paquidermo’”), de los superávit presupuestarios (“hay que ver cada caso particular”) y de mejorar la eficiencia estatal (“eso no se hace en un año: puede llevar veinte años”).

Rocío Aguilar se expresa con la prudencia que exige el cargo, pero también habla claramente. “Hay instituciones que tienen enormes compromisos y metas, y no tienen lo más básico: quién ejecuta eso”, dijo este jueves viendo desde sus ojos azules por encima de unos anteojos que llevaba casi colgando del tabique, como una costurera.

Su propuesta es afrontar ya el problema con reformas a las leyes laborales de los burócratas, para adecuarlas a los objetivos y las capacidades de las instituciones.

¿Ve crítica la situación fiscal?

Es evidente la escasez de recursos, pero yo veo que seguimos generando nuevos proyectos con nuevas cargas, pero sin generar los ingresos respectivos. No se han tocado los asuntos de la eficiencia y del modelo de Estado. Solamente en tiempos recientes empiezan a considerarse problemas como la evasión. Hay exoneraciones que se generan en un principio y que después no se revisan, y no sabemos si aún son pertinentes o no.

¿Lo ve muy difícil o cree que más bien falta voluntad?

Es un problema complejo pues requiere la determinación de hacerlo y consensos que no hay siempre. Son casos que se han postergado por años. Se patea la bola, y llega un momento en el que pueden venir problemas más serios.

¿Vamos al descalabro?

Lo que digo es que no podemos dejarlo a la mano de Dios. La situación interna y la incertidumbre internacional obligan a encender todas las alertas en este momento.

Ustedes han evidenciado superávit, pero ¿les parece excesivo?

El concepto de superávit' hay que ponerlo en términos relativos. No todos los superávit de una institución son fondos disponibles.

Doña Laura Chinchilla dijo hace un año que tener superávit en estos tiempos es algo casi equivalente a la corrupción. ¿Tiene razón?

Yo le daría vuelta a la frase: todos los funcionarios estamos obligados a satisfacer el interés público. En la medida en que nosotros no ejecutemos adecuadamente esos recursos, faltamos a ese deber.

¿Incumplimiento de deberes?

Habría que ver cada caso: ¿por qué esos recursos no se utilizan?

¿Qué habría que revisar?

Por muchos años, hemos pospuesto este asunto: no se trata solo de otorgar los recursos, sino de impactar en la capacidad de gestión; definitivamente, allí vemos los problemas más críticos de la Administración. Creemos que solo es dar recursos para seguridad, pero, finalmente, para vestir y armar a un policía se requiere una estructura capaz de ejecutar esos recursos.

De hecho, en Seguridad fue ese departamento, el de suministros, el de más superávit este año...

Sí. Muchas veces creemos que es un problema de recursos. Bueno, están los recursos, pero hay un paso adicional que es requisito indispensable: capacidad de ejecutar.

¿Por qué hay esa incapacidad?

Tiene que ver con el recurso más importante de una administración: el recurso humano. Este asunto lo dejamos de lado desde hace muchísimos años. Tenemos instituciones de enormes compromisos y metas, y no tienen lo más básico: quién ejecuta eso. Si no tenemos personal idóneo y alineado con los objetivos de la institución, y con incentivos acordes a la institución, difícilmente daremos el salto que el Estado requiere.

¿Cambiar las leyes?

Por eso digo que es una de las reformas más importantes. Si usted hace una reforma de empleo público en Costa Rica, impactará favorablemente la mayor parte de los problemas. Usted se encuentra instituciones que tienen recursos sin ejecutar; hay instituciones con una planificación maravillosa, pero la gestión no lo permite.

¿ A eso se limitan los problemas de eficiencia del Estado?

No, claro que no. Tenemos un Estado disperso porque nos dedicamos a una desconcentración con el sueño de lograr mejores objetivos, y lo que generamos fue una base burocrática con duplicidad de funciones. Es muy complejo que eso funcione: hay que corregirlo. Esto requiere la voluntad política, pero también la visión de largo plazo.

¿Se imagina usted a un presidente o a un diputado enfrentado a toda la burocracia estatal costarricense? Sería su última decisión'

Sí, pero en algún momento vamos también a enfrentar a unos ciudadanos con un nivel de insatisfacción con un Estado que no atiende sus demandas. Tenemos que poner eso para hacer equilibrio. Eso no se hace un año: puede llevar veinte años, pero empecemos ya.

”Si es complejo mover el estatus actual por eso que usted dice, demos un paso en la dirección correcta. Yo daría uno ya: que las nuevas plazas del sector público se adjudiquen bajo otras reglas y que los incentivos de hoy día en el sector público se modifiquen y se alineen al hecho de si una institución cumplió sus metas.

¿Es la Caja de Seguro una copia a escala de estos problemas?

Hay muchos problemas en común, pero, en el caso particular de la Caja, hay otros elementos que quizá no inciden en otras entidades, como lo del cambio de perfil epidemiológico o el cambio demográfico. Lo más difícil en esa institución es ese conjunto de negocios tan diferentes; seguros, servicios de salud y pensiones. Podría ser que ese cúmulo de cosas haga más complejo el caso particular.

Lo que la Contraloría ha indicado sobre la Caja parece mostrar que esta entidad es una especie de “elefante blanco”.

Yo no usaría la palabra ‘paquidermo’, ¿verdad?, pero sí creo que una cosa que deben aprender las juntas directivas de este país es la responsabilidad que realmente tienen. Allí hay una falla. A nosotros nos preguntan cosas del abecé del funcionario: si son responsables del control interno o de aprobar estados financieros. Son preguntas que uno ni se imagina en un director de una empresa privada: que ni siquiera tenga claridad de la responsabilidad que asumen al estar sentados en la mesa directiva de una institución. No es solo ir de acompañante.

Dice usted que la CCSS está sobrecargada. ¿Deberían crearse nuevas instituciones para las tareas de más que tiene la CCSS?

No. Sí creo que la Caja está sobrecargada de problemas, pero aquí no se trata de hacer tres “cajitas” para dividir problemas que a la larga se van a multiplicar. Debemos pasar de buscar solo directivos honorables, que es algo básico, y pensar en quiénes ponemos a tomar las decisiones en asuntos estratégicos somo salud y pensiones.

¿No siente que, ante la falta de ejecución, la gente empieza a malquerer los controles estatales?

El problema tiene que ver con el diseño del control. El control es necesario, es el pilar de este Estado, pero no es un fin en sí mismo. No sé cómo está el ideario colectivo, pero también veo que, cada vez que alguien propone disminuirlos, hay reacción contraria.

”La clave es tener el control donde sea favorable la relación costo-beneficio, y no solo una serie de pasos que no son controles, sino que son caldo de cultivo para invitar a nuestra enemiga que se llama “doña Corrupción”.

¿Qué es peor: la corrupción o el estancamiento?

No debe plantearse entre uno u otro. El país debe avanzar, y para esto debe tener el control idóneo. Estamos obligados a un equilibrio; si no, nos vamos a otro tipo de Estado, pero nadie está hablando de eso.

Tomado del periódico la Nación de Costa Rica.

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