LUCHADOR HASTA LA MUERTE.

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VIVA LA DEMOCRACIA PARTICIPATIVA DE LA CLASE TRABAJADORA

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“La democracia no es algo abstracto, no es que el rico le diga que vive en democracia, no es ir a elecciones cada 4 años. La democracia no es una forma política; es una forma de vida; es acceso al trabajo, estudio, salud, recreación, tranquilidad, es decir; repartir la riqueza a la mayoría, vivir dignamente solo se logra cuando la clase trabajdora tome el poder; hoy la "democracia" capitalista es para los ricos, los demás son simples esclavos modernos”

¡¡¡ BASTA, BASTA, BASTA DE CORRUPCIÓN, CORRUPCIÓN!!!


DESPIERTA PUEBLO, SOLO LA LUCHA ORGANIZA Y BIEN DIRIGIDA NOS HARÁ LIBRES, UNIDOS SEREMOS FUERTES Y VENCEREMOS. VIVA COSTA RICA LIBRE. NO A LOS CORRUPTOS, LADRONES, VENDEPATRIA, NO A LOS POLITICOS TRADICIONALES CORRUPTOS, NO A LA VIEJA POLITICA. NO MINERÍA, NO EXPLOTACIÓN PETROLERA.

domingo, 13 de marzo de 2011

LIBIA: NO EXISTE INSURRECCION, SOLO GUERRA POLITICO-MILITAR, NO SE JUSTIFICA INTERVENCIÓN MILITAR EXTRAJERA. EL FONDO ES EL INTERES DEL PETROLEO.

Un clamor humanitario

El mundo titubea mientras, en Libia, Gadafi echa mano a cuantiosos recursos para someter a su pueblo mediante el terror

En Bengazi, los insurgentes le cambiaron el nombre al “Estadio Hugo Chávez” por “Estadio de los Mártires de Febrero”

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08:13 a.m. 12/03/2011

Durante los oscuros años de la Segunda Guerra Mundial, al tiempo que se perfilaba en todo su horror y perversidad el designio nazi en el campo de exterminio de Auschwitz, crecieron los llamados de entidades humanitarias para que Estados Unidos bombardeara las cámaras de gas y los ferrocarriles de acceso al centro genocida. Los pedidos se intensificaron a lo largo de 1944, conforme la aviación norteamericana afianzaba su dominio en los cielos centroeuropeos y las noticias se multiplicaban de que los nazis transportaban miles de judíos húngaros para eliminarlos en Auschwitz.

Lamentablemente, el clamor internacional no fue acogido por los mandos militares, aferrados a la tesis de que la misión humanitaria desviaría recursos destinados a objetivos más importantes para la derrota del Eje. En otras palabras, salvar miles de vidas, en especial judías, no les pareció tan importante como bombardear fábricas a poca distancia de Auschwitz.

La historia se ha repetido desde entonces y se repite hoy. La interminable discusión internacional en torno a imponer en Libia una zona de exclusión aérea, aunque más sencilla y llana que la compleja patología del Tercer Reich, reitera la negación de auxilio para rescatar vidas humanas con la prontitud necesaria.

Una sesión de emergencia de la Unión Europea, el viernes último, consideró el reconocimiento diplomático para el Consejo Nacional de Transición de Libia, lo cual Francia ya había hecho de antemano. Este capítulo ha sido referido para otra cita, el martes próximo, y algo similar ocurrió con la idea de proporcionar ayuda militar a los insurgentes, incluyendo una zona de exclusión aérea. Se acordó explorar esa iniciativa que, de todas maneras, quedaría condicionada al apoyo de la Liga Árabe y la Unión Africana, así como a la aprobación del Consejo de Seguridad de la ONU. Sin embargo, la idea que prevalece para el respaldo militar es condicionarlo a que el régimen de Gadafi lleve a cabo bombardeos aéreos de poblaciones civiles “en gran escala”.

En el ámbito árabe, el Consejo del Golfo aprobó el viernes apoyar el respaldo militar considerado por la UE. Sin embargo, en el seno de la Liga Árabe, que ya había suspendido al régimen de Gadafi, aparecieron fisuras por la existencia de un bloque de naciones liderado por Argelia y Siria, contrario a la intervención militar occidental. De todas maneras, la Liga refirió el asunto al Consejo de Seguridad de la ONU. Por su parte, Estados Unidos lentamente se acerca a aprobar ayuda humanitaria, para lo cual designaría un enviado especial que coordinaría con el Consejo Nacional de Transición, entidad política de los insurgentes libios que el Gobierno norteamericano se resiste a reconocer. La parsimonia de Washington se explica por su experiencia en Irak, donde la intervención militar tuvo un impacto negativo en la imagen internacional de Estados Unidos.

Mientras, el clamor humanitario se multiplica en esta época de guerras libradas ante las cámaras de la televisión, que difunde y deshumaniza dolorosas escenas las 24 horas del día. Y, al tiempo que Gadafi hace bombardear desde el aire a los rebeldes y las ciudades que los heroicos insurgentes ya controlan, una maraña de cónclaves se sucede en los cuatro continentes sin concretar acuerdos que realmente detengan las masacres.

Pero ¿cuál es el trasfondo real del drama libio? La rebelión de la calle que en los últimos dos meses ha sacudido a las satrapías y monarquías del Cercano Oriente, tomó un giro particular en Libia. Ahí, el éxito inicial de las protestas populares auguraba un pronto desenlace, culminando con el derrocamiento del déspota Gadafi. No obstante, la dictadura cobró nuevo ímpetu en las últimas dos semanas, logrando parapetarse en Trípoli y hacer retroceder a los insurgentes. De hecho, algunas ciudades que ya estaban en manos rebeldes han sido recapturadas por la dictadura.

El repliegue de la insurgencia obedece, en importante medida, a su desventaja militar. Para empezar, sus armas proceden mayormente de arsenales oficiales tomados por los combatientes, así como de unidades de las Fuerzas Armadas que desertaron y se unieron a los alzados. En cambio, el régimen dispone de mayores y bien surtidos arsenales así como de capacidad aérea y, en especial, un amplísimo fondo financiero que el dictador ha acumulado –y ocultado– en Libia y el extranjero. Sobre esto último, Estados Unidos y la Unión Europea ya decretaron sanciones económicas contra Gadafi y congelaron cuentas a su nombre, el de la familia y colaboradores cercanos.

En todo caso, miles de millones de dólares en efectivo, repartidos en numerosos escondites a la mano de Gadafi, sufragan los sueldos del ejército, su milicia y los tres mil o quizás cuatro mil mercenarios africanos, contratados a razón de mil dólares diarios cada uno.

A su vez, el poderío aéreo del régimen combina cazabombarderos y helicópteros artillados. La flotilla de cazas es mayormente inservible, pero los pocos que operan posibilitan ataques demoledores. Gadafi, sin embargo, ha encargado a los helicópteros la tarea de masacrar a los combatientes rebeldes.

Al respecto, las zonas de exclusión aérea son diseñadas principalmente para los cazas, que suelen operar a una altura en que la vulnerabilidad a las defensas antiaéreas es menor. Por esta razón, el protocolo de estas zonas conlleva la destrucción preventiva de las defensas antiaéreas, las cuales son avanzadas y extensas en Libia. De esta manera, de aprobarse la zona considerada, todo empezaría con el acto de guerra consistente en las acciones militares requeridas para eliminar las citadas defensas.

Agreguemos a este balance el incierto curso que espera a la vital ayuda occidental en los distintos organismos internacionales y, sobre todo, a la necesidad de una autorización expresa del Consejo de Seguridad. Este paso se muestra complicado por el veto de China y Rusia, cuyos Gobiernos tradicionalmente adversan intervenciones militares. Desde luego, milagros ocurren y es posible que la crucial asistencia se concrete en los próximos días. En todo caso, su arribo sería tardío para muchas vidas que esperaban ser rescatadas.

Sin duda, la caída de Gadafi limpiaría al mundo de un régimen execrable, pero persiste la interrogante en torno a las figuras que tomarían el timón de ese estratégico país. Una nota positiva: en Bengazi, la segunda ciudad en importancia, los insurgentes le cambiaron el nombre al “Estadio Hugo Chávez” por “Estadio de los Mártires de Febrero”, en memoria de quienes perecieron en su lucha por la libertad.

Tomado del periódico la Nación de Costa Rica.

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