Ojo Crítico
Politólogo
Con el criterio de Somoza padre de que “el escándalo pasa y el poder queda en casa”, este gobierno es de los que más ha erosionado el sistema institucional. Hoy le tocó a la Defensoría de los Habitantes; ayer, al TSE, la Sala IV, la Contraloría, las entidades encargadas del agua, las de conservación y protección de los recursos naturales, las de vivienda, la de prevención y atención de desastres y –si no hubiera sido por recursos de amparo de La Nación – hasta al derecho a la información.
Esta ruta llena de argucias, ha ido institucionalizando “el fraude de ley”. “Rascad la epidermis del abuso y veréis que esa legalidad solo encubre la carcoma política”. Primero fue El Jobo y luego Cabuyal; después un primo que renuncia como ministro, pero se le nombra embajador; antes, un funcionario probo que se fue, mientras permanecía la titular de Vivienda, responsable pero incondicional; en Emergencias se alejó a un fulano cuestionado, pero de rendición de cuentas cero; en Seguridad Pública se usaron avionetas para fines privados, pero nadie asume el abuso con los bienes públicos. Ante el desaguisado del nombramiento de Defensor, se dice que doña Laura Chinchilla hace cuatro años quiso cambiar la ley; y que hoy difirió del Ejecutivo, de la fracción y de la aspirante. Concediendo que antes no hubo cálculos electorales, sería dudoso afirmarlo hoy. En todo caso, lo que se demuestra es que doña Laura, políticamente, ni mandó antes, ni manda ahora, porque quien hace su voluntad son los dos hermanos que la ungieron candidata.
Durante la sesión, una diputada mostró toda su simplicidad, afirmando que la fracción oficial tiene que decir amén a las misas que le cantan desde Zapote. Será por eso que se aguantan y defienden todo, desde la iniquidad ministerial con los fondos para pobres, hasta la declaratoria de interés público de la minería a cielo abierto en Las Crucitas, pasando por las violaciones y manipulaciones en Sardinal y El Coco; al tiempo que afuera proclaman el doble discurso de paz con la naturaleza. ¿Y la división de poderes, los frenos y contrapesos? No saben ni con qué comerlo.
El truco contra Miguel Gutiérrez Saxe (desde ponerle cero a su entrevista, hasta devaluar sus atestados por ser profesor y no alumno en derechos humanos), es un monumento a la estulticia y la desvergüenza. Conduce a que el nombramiento resultante sea con solo un escuálido barniz de legalidad y una bajísima legitimidad y credibilidad. La legalidad nace del respeto a la formalidad de la ley. La legitimidad, en cambio, proviene de la limpieza ética de los trámites, de la credibilidad social requerida y de una generalizada aceptación ciudadana. Las triquiñuelas, triquiñuelas son; se pagan siempre; y, por lo general, muy caro.Tomado del periódico La Nación de Costa Rica.
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