Costa Rica, democracia que agoniza
Costa Rica, democracia que agoniza
Oscar Aguilar Bulgarelli*
En el proceso electoral del año 2006 me correspondió ser fiscal del Partido Acción Ciudadano (PAC) en el momento del escrutinio de votos, en el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE). Esto me permitió ser testigo de situaciones y hechos muy peligrosos para la democracia electoral costarricense.
Cito algunos: hubo criterios dispares entre los magistrados del TSE sobre lo que era un voto nulo. Por ejemplo, para algunos una leyenda impropia anulaba el voto y para otros no; o bien si pegaban dibujos o fotografías de otras personas en la papeleta también había criterios dispares.
Hubo magistrados que aceptaban que en las actas los fiscales pudiésemos anotar las irregularidades que encontramos, en cambio otros lo impidieron, lo que imposibilitó que en muchos casos hechos graves quedaran constando.
En términos generales los magistrados del TSE y los fiscales del Partido Liberación Nacional (PLN) abogaban por una mayor velocidad en el escrutinio, más que en la calidad del mismo. Por ejemplo, el Presidente del TSE prohibió por su exclusiva voluntad, que los fiscales tuvieran acceso a actas constitutivas de las juntas electorales, porque consideró que eso no era parte del escrutinio, y sí eran fundamentales, pues eso permitía comparar las firmas de los miembros de mesa y corroborar su validez, lo que se justificaba en muchos casos.
Conteo y no escrutinio. Poco a poco las disposiciones del Tribunal fueron reduciendo la labor a un simple conteo de votos y no un verdadero escrutinio, lo que ahora, por imperio de un tribunal sobrado, se ha establecido como norma.
Hubiera sido muy importante en aquellas elecciones poder analizar por qué habían tantas diferencias en las firmas de los miembros de mesa, por qué se concentraron en las mesas de Guanacaste, Puntarenas y Limón la mayor parte de analfabetos del país, por qué en esas provincias hubo tantas mesas con un solo miembro presente, pero nada de esto se pudo hacer por la voluntad imperiosa de la mayoría del Tribunal.
Un caso que merece mencionarse con especialidad es lo que se podría llamar "el fraude del lapicerazo”. En dichas elecciones fueron anulados más de 33.000 mil votos por doble marca. Tuve el cuidado de llevar el control en las mesas que me tocó escrutar y puedo decir que el 80 por ciento estaban marcadas a favor del PAC y otra marca en las esquinas derecha o izquierda de la papeleta. Si ese porcentaje se dio igual en la totalidad de los votos anulados por este motivo, y se compara con la diferencia con que se declaró electo a don Oscar Arias, ya ustedes pueden sacar conclusiones.
Lamentablemente el Tribunal daba el dato del escrutinio antes de resolver las apelaciones presentadas, lo cual podría calificarse como "prevaricato electoral". De remache y sorprendentemente las papeletas fueron destruidas pocos días después de terminado el escrutinio, con la pobre justificación de la necesidad del espacio físico.
Más actos censurables. Actualmente la lista de actos censurables del Tribunal es larga, pero señalemos las siguientes: complacencia hacia la participación política de funcionarios con prohibición, empezando por el Presidente de la Republica; decisión de eliminar el escrutinio de votos y dejar esto en manos de las juntas receptoras, talvez para evitar que haya fiscales-testigos de las posibles irregularidades.
Por último, es lamentable que el Tribunal tenga una actitud pasiva e irresponsable sobre el financiamiento dudoso que reciben hoy el PLN y el Movimiento Libertario, a lo que se suma la actitud del Banco de Costa Rica de retener indebida e injustificadamente los bonos del PAC y del Partido Unidad Social Cristiana, impidiéndole, especialmente al primero, la necesaria presencia publicitaria en los medios de comunicación, a quince días de las elecciones, y convertir con esto a las empresas encuestadoras en los grandes electores en Costa Rica.
La democracia de Costa Rica agoniza, no solo en su concepción electoral; es increíble que un factor importante son las disposiciones interesadas, porque no las creo inocentes, de un Tribunal que por estos hechos… está sobrado, o ¿sobrando?
Tomado del periódico La Extra de Costa Rica.
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