LUCHADOR HASTA LA MUERTE.

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“La democracia no es algo abstracto, no es que el rico le diga que vive en democracia, no es ir a elecciones cada 4 años. La democracia no es una forma política; es una forma de vida; es acceso al trabajo, estudio, salud, recreación, tranquilidad, es decir; repartir la riqueza a la mayoría, vivir dignamente solo se logra cuando la clase trabajdora tome el poder; hoy la "democracia" capitalista es para los ricos, los demás son simples esclavos modernos”

¡¡¡ BASTA, BASTA, BASTA DE CORRUPCIÓN, CORRUPCIÓN!!!


DESPIERTA PUEBLO, SOLO LA LUCHA ORGANIZA Y BIEN DIRIGIDA NOS HARÁ LIBRES, UNIDOS SEREMOS FUERTES Y VENCEREMOS. VIVA COSTA RICA LIBRE. NO A LOS CORRUPTOS, LADRONES, VENDEPATRIA, NO A LOS POLITICOS TRADICIONALES CORRUPTOS, NO A LA VIEJA POLITICA. NO MINERÍA, NO EXPLOTACIÓN PETROLERA.

viernes, 22 de julio de 2011

CCSS: SE QUEDA CORTO ARTICULO MUY SUPERFICIAL, NO VA AL FONDO: SANCHEZ dos period, RODRIGUEZ, CALDERON, CHINCHILLA RESPONSABLES DIRECTOS D CORRUPCIÓN.

CCSS: una pila de agua bendita

Se necesita una intervención quirúrgica a fondo para salvar la Caja

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Ángela Ávalos R. Periodista especializada en Salud aavalos@nacion.com 10:30 p.m. 21/07/2011

La Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) ha sido la pila de agua bendita de políticos, otras instituciones públicas, empresarios y de muchos de sus trabajadores, especialmente los médicos. Todos han metido ahí sus manos. Por eso, no es de extrañar que uno de los pilares del país haya tocado fondo. No es solo la deuda del Estado, que de por sí ya es una situación vergonzosa. Tampoco se trata únicamente del aumento de plazas y salarios mencionados por la OPS. Es mucho más. Me atrevo a sacar a la discusión pública algunos actores muy importantes en esta triste novela, que hasta ahora se han mantenido observando cómo se desarrolla la debacle.

La Sala IV. Los magistrados son parte de los responsables del descalabro de la CCSS. Año con año, crece el número de recursos de amparo contra la institución, obligando al seguro a dar tratamientos para los cuales un sistema público no está hecho. La CCSS no puede sostener el ritmo de crecimiento de esas demandas. Los señores magistrados se han dedicado a diagnosticar y a enviar medicamentos y tratamientos sin ningún sustento científico. Tampoco han querido escuchar las propuestas de crear un órgano de expertos que los ayude a tomar sus decisiones.

Es cierto que, en algunos casos, hacen justicia. Pero en otros –me atrevería a decir que en la mayoría– no advierten que hay grandes intereses presionando económicamente para que una institución dé tratamientos que no tienen por qué formar parte de la lista que responde a las principales enfermedades que caracterizan el perfil epidemiológico del país. Estos recursos de amparo cuestan a la institución –ergo, a todos los costarricenses– miles de millones al año. Una gran sangría.

El INS. Las pólizas de riesgo del trabajo y de accidentes de tránsito le reportan al Instituto Nacional de Seguros miles de millones en ingresos anuales. Por historias de pacientes que han recibido esos beneficios, me he enterado que las coberturas se gastan realmente rápido, cuando las personas no han recuperado su salud.

Es muy común que una gran cantidad de pacientes con secuelas graves terminen en los hospitales de la CCSS. ¿Qué recibe la institución a cambio? Nada. Al contrario. Son enfermos que demandan estancias prolongadas y carísimas, incapacidades de meses o años, y hasta pensiones por enfermedad de por vida. Nadie le ha puesto el dedo en la llaga a esto.

En su momento, el finado Longino Soto pegó el grito al cielo. No entiendo cuáles podrían ser los intereses de por medio. La realidad, lo único que me revela es que es un tema no resuelto. Una nueva sangría económica para la institución.

Los médicos. Son los intocables de la CCSS porque son capaces de paralizar los servicios de salud. Han dirigido y administrado hospitales, clínicas y el nivel central de la CCSS. Tampoco es un secreto lo bien que están conectados con todos los sectores de poder aquí. Influyentes. ¿Por qué no se aprueba una ley Stark en la CCSS? Porque los médicos se oponen. Una ley como esa, obligaría a estos profesionales a decidir: o trabaja para la CCSS o trabaja para el sector privado. A algunos se les acabaría el oscuro negocio de los biombos, que todavía ensucia los engranajes de una noble institución con la grasa de funcionarios corruptos.

¿Por qué los residentes paralizaron los hospitales? Porque no querían ir a trabajar donde los costarricenses los necesitan –no la CCSS–. Obligaron así a la Caja a echar para atrás en un esfuerzo histórico: el contrato de aprendizaje que les exigía, a cambio de prepararse en los hospitales públicos, ir a trabajar a la zona rural.

¿Por qué un “no médico” (administrador, economista, ingeniero industrial) no puede dirigir un hospital? Porque los doctores se oponen. Este es territorio exclusivo para estos profesionales.

¿Por qué los servicios de salud públicos no funcionan al 100% las 24 horas? ¿Por qué se deben pagar millonarias disponibilidades que, a veces, no se cumplen? ¿Por qué? Sería injusto echar a todos en el mismo canasto. Hay médicos excepcionales. Humanos e increíblemente honestos. Pero tampoco se puede tapar el sol con un dedo, y quienes trabajan en el sector salud conocen esto y más.

Cuando sucedió el escándalo CCSS-Fischel, el Colegio de Médicos permaneció callado. ¿No les parece que es el mismo silencio que están guardando hoy, cuando la crisis de la CCSS nos estalló en la cara a todos? ¿Por qué no hablan? ¿Qué dicen los sindicatos, además de luchar por onerosos privilegios para sus agremiados? Otra sangría; sobre todo, de principios.

Reforma inconclusa. De la famosa y malhabida reforma del Estado, la única que marchó regularmente fue la del sector salud. Se pasaron los servicios de atención primaria a la CCSS, con funcionarios incluidos, sin agregar –pequeño gran detalle– el presupuesto para asumir esta función. Se reestructuró el modelo de atención.

En esto, la CCSS se ha quedado corta porque no se ha adaptado a los tiempos modernos. Por ejemplo, la posibilidad de que aquellas personas con oportunidad de ir a servicios privados lo hagan mientras se les reconozcan algunas de las cuotas pagadas al seguro de salud.

Ante el nuevo perfil epidemiológico –enfermedades causadas por la violencia– debería plantearse un nuevo abordaje de los problemas de salud. No todo debe quedar sobre las espaldas de la CCSS. Tal es el caso de la atención de privados de libertad, la famosa deuda por la atención de los indigentes y de drogadictos. Instituciones como el Ministerio de Justicia y el Instituto contra las Drogas y el de Alcoholismo y Farmacodependencia deberían asumir más responsabilidades en estos asuntos y no dejarle toda la carga a la CCSS. Es hora de que el Estado asuma como corresponde su cuota de participación ante estas nuevas enfermedades sociales. Por ahora, esta sigue siendo una cabeza de agua que arrasa con cualquier presupuesto.

Politiquería. De los políticos hay poco bueno que hablar. Empezando por aquel diputado de ingrata memoria que gestó una de las peores crisis de la CCSS. Los préstamos español y finlandés sirvieron de muy poco. Se han tenido que botar equipos y comprar nuevos porque aquella firma con Mefistófeles comprometió el futuro de la institución.

La historia del seguro de pensiones lleva la firma de un montón de presidentes que subían, bajaban y volvían a bajar cuotas y edades de pensión con un meticuloso cálculo electoral. Se quiso hacer una reforma quirúrgica al sistema, pero los sindicatos metieron el freno y jalaron agua para su molino. Son los mismos sindicatos que hoy exigen privilegios con las incapacidades.

Veamos si no hay interés político en todo esto, que la propia Presidenta se atrevió a decir que no buscará culpables (aunque después se desdijo), cuando esto es lo más fácil. Hay expresidentes ejecutivos, gerentes, directivos... claro, todos con sus contactos políticos, y esto tiene un costo electoral. Esta es la peor sangría.

El futuro. Yo no creo en comisiones de notables. Prueba de eso es la situación que hoy vive la CCSS. Aquí se necesita una intervención quirúrgica a fondo. Disposición para enfrentarse a la Sala IV, sindicatos, colegios profesionales y políticos. Un organismo como la OPS –brazo regional de la Organización Mundial de la Salud– o las universidades públicas deberían tener una intervención más activa para salvar a uno de los sistemas de salud más reconocidos en el mundo.

No podemos dejar que la CCSS muera. Afuera, hay un montón de tiburones dispuestos a destazar las carnes moribundas de una institución que ha sido pilar de la paz social. No podemos dejar que las termitas internas sigan socavando sus bases. Se debe poner orden en todos los aspectos, no solo el financiero. Se debe llamar a cuentas a los magistrados constitucionales y resolver, de una vez por todas, la sangría de los recursos de amparo. Se debe hacer lo mismo con el INS.

Se debe promover una ley similar a la Stark, regular las disponibilidades médicas, revivir el contrato de aprendizaje original o, al menos, con mejores condiciones-país.

Esto no es por Laura Chinchilla, por Rosa Climent, Ileana Balmaceda o el jefe de cirugía. Es por don Humberto, un enfermo de cáncer; por Franklin, quien hace dos años espera un fondo de ojos en la clínica oftalmológica; por Odilie, quien debe pagar en un hospital privado para que le alivien un desgaste de rodilla; por Luis, que murió esperando cita. Si no lo hacemos, lo siento, pero estaremos bien jodidos.

Tomado del periódico la Nación de Costa Rica.

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