Perfil
El diputado del PUSC que salió de un sindicato bananero
Inició su trayectoria en el PLN siendo peón bananero; fue dirigente de futbol, en la Unidad fue fiel a Calderón y luego a Rodríguez. Siendo diputado, en el 2010 impulsó el aumento salarial para los legisladores, e igual reclama una carretera que amenaza con trabar el Congreso. Él es Wálter Céspedes.
Esteban A. Mata emata@nacion.com 10:00 a.m. 02/08/2011
Entre el combate y las dudas, los enemigos y las alianzas, la amenaza y el abrazo..., así vive la política Wálter Luis del Carmen Céspedes Salazar, el diputado que salió de un sindicato bananero y hoy es uno de los dolores de cabeza del Gobierno.
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Fue el último diputado en resultar electo en las pasadas elecciones. El congresista, de 57 años, se autodefine como “medio revolucionario” y amante de lo justo, aunque, para conseguir lo que quiera, tenga que presentar mil mociones o encender los ánimos callejeros.
“La primera voladera de piedras fue en 1970. La última, la semana pasada”, recordó Céspedes en alusión a la más reciente de sus apariciones públicas al frente de las manifestaciones que trataron de impedir, con piedras y palos, la demolición de dos hoteles en Talamanca, en el Refugio de Vida Silvestre Gandoca- Manzanillo, el 26 de julio.
Al final, no logró evitar el derribo de los hoteles, pero dejó claro su estilo, heredado de las revueltas de los sindicatos bananeros, en las cuales participó en la década de los setenta.
Es uno de los congresistas de choque en el plenario, donde sus peleas van desde el aumento de salario para los diputados hasta la exigencia de especialistas médicos para el Hospital de Limón.
Su voz metálica es una de las que más alto se levanta en el plenario. Desfachatado en sus gestos, directo y ácido en sus comentarios, los adjetivos suenan agudos y cortantes cuando los usa Céspedes.
Es, ante todo, un diputado de presión, y afirma que está dispuesto a llenar de mociones cualquier proyecto del Gobierno para lograr que se cumplan las promesas hechas a su provincia.
En palabras del ministro de Comunicación, Roberto Gallardo, Céspedes tiene la “forma de hacer política del diputado comunal”.
Céspedes tiene un agitado pasado que explica su presente.
Es franco hasta la sorpresa. No tiene problema para recordar que en su primera diputación, de 1998 al 2002, tenía siempre una botella de whisky en el escritorio para invitar a sus amigos y amigas.
“Antes manejaba en el escritorio de mi oficina tamaños litros de whisky para mis amigos y amigas; antes, eso se acostumbraba mucho en la Asamblea Legislativa.
“Ahora eso no se acostumbra y... yo me echo un traguito de vez en cuando, pero ya no, porque tengo demasiado trabajo y también por la ley de tránsito, pues no me voy a exponer a un parte, y también por la salud, ya que tengo una gastritis”, recordó el legislador.
Su pasado. A los cinco años de edad llegó a Batán de la mano de sus padres y hermanos. Era una familia de agricultores nicoyanos con ocho hijos que buscaba futuro en los bananales limonenses.
Recuerda que fue el único que pudo estudiar. Recibió clases en el Colegio de Siquirres, en tiempos en que el padre Roberto Evans Saunders dirigía la institución.
“Él me inspiró a entrar a las filas políticas del Partido Liberación Nacional (PLN)”, recordó Céspedes, quien renunció al partido a los 17 años porque no lo dejaban postularse para síndico.
“Sentí que me discriminaban por mi edad”, afirmó.
Cortó banano en los bananales del Caribe, donde formó parte del sindicato de bananeros; presidió la Asociación Deportiva Limonense, y dio clases de matemáticas y educación agrícola en el Liceo de Batán. Es amigo fiel y defensor de la gestión de Miguel Ángel Rodríguez, y es partidario de perdonar las deudas a los agricultores.
Tiene cuatro hijos: Priscilla, José Paulo, Wálter Andrés y Beberly Yuleska. La primera trabaja con él en la Asamblea Legislativa.
En los ochenta se dedicó al cultivo del arroz, sector del cual fue dirigente y que le valió un escándalo por el manejo de recursos millonarios del Fondo de Contingencias Agrícolas del INS.
También fue ejecutivo municipal (equivalente a alcalde) de Matina en dos oportunidades (1986-1990 y de 1990-1994).
Respecto a lo académico, en 1998 se graduó de bachiller en Educación, en la Universidad Florencio del Castillo, en Limón. En esa oportunidad fue objeto de investigación tras una denuncia anónima que señalaba que el político no había asistido a clases en toda la carrera y, aun así, recibió el título.
Niega cada acusación con la convicción del inocente y con la habilidad del político criollo.
De ahí pasó al Partido Unidad Social Cristiana (PUSC), en el que la figura de Rafael Ángel Calderón le abría las puertas al emergente Partido Unidad.
Esta es la segunda vez que está en el Congreso. La primera fue entre 1998 y el 2002, de la mano de Miguel Ángel Rodríguez, a quien aún considera un amigo cercano.
Con Rafael Ángel Calderón, según afirma, sostiene una amistad, aunque confiesa que hace “ocho meses no hablamos ni por teléfono”. El distanciamiento se debe a que Calderón no le dio apoyo para seguir siendo jefe de fracción.
Fue cercano a Abel Pacheco, quien le confió la presidencia del Instituto de Desarrollo Agrario (IDA) entre el 2002 y el 2004.
Su vida política se frenó cuando, en el 2005, el candidato presidencial de la Unidad, Ricardo Toledo, le pidió que no se postulara ante los cuestionamientos sobre su gestión en el sector público.
“Le dije que no era conveniente lanzar su candidatura por el bien del partido”, recordó Toledo.
La Fiscalía lo investiga por presunto peculado tras su gestión como presidente del IDA.
Finalmente, ganó en el 2010 y camina, siempre fiel a sí mismo, en medio de la polémica... al menos hasta la fecha.
Tomado del periódico la Nación de Costa Rica.
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