Columnista
Ojo Crítico
Rodolfo Cerdas Politólogo 09:07 a.m. 20/08/2011
Con todos los escándalos que han tenido lugar, desde los ya viejos de la Caja de Seguro Social, pasando por el ICE, las telecomunicaciones y contratos amañados; lo que ha ocurrido con el puente de la platina, que de un precio de tres millones de dólares saltó a treinta (porque en este país, lo que nos quitan y se llevan no se cuenta en colones sino en moneda norteamericana); más el jugosísimo negocio de los aceleradores lineales y otros más, como que ya llegó el momento para que la ciudadanía vuelva a ponerse de pie para decirle a la burocracia, a los economistas y a los decisores tecnocráticos, que no está dispuesta a seguir sufriendo más cargas sobre la base del desperdicio y el derroche.
Con todos los escándalos que han tenido lugar, desde los ya viejos de la Caja de Seguro Social, pasando por el ICE, las telecomunicaciones y contratos amañados; lo que ha ocurrido con el puente de la platina, que de un precio de tres millones de dólares saltó a treinta (porque en este país, lo que nos quitan y se llevan no se cuenta en colones sino en moneda norteamericana); más el jugosísimo negocio de los aceleradores lineales y otros más, como que ya llegó el momento para que la ciudadanía vuelva a ponerse de pie para decirle a la burocracia, a los economistas y a los decisores tecnocráticos, que no está dispuesta a seguir sufriendo más cargas sobre la base del desperdicio y el derroche.
Aparte de que lo que hemos visto son despilfarros por todas partes, se ha podido comprobar la incapacidad manifiesta para reorganizar la Hacienda Pública y darle un rumbo coherente y racional a los ingresos del Estado.
Para citar algunos casos (tantas veces señalados), con lo del puente de la platina, cuyo desastre estuvo más que anunciado; con el desperdicio en la carretera a Alajuelita; y con el mal manejo de dineros y los múltiples errores técnicos en la vía a Caldera, fueron notorias las deficiencias administrativas y políticas que vienen acompañando a las últimas administraciones.
Sin embargo, lo peor de todo es que no ha habido ninguna estructura, ni administrativa ni muchos menos política, que le diera sentido a los miles de millones de dólares que el estado –no digo gobierno– ha venido dilapidando a lo largo de los años. Si se le suman los casos de corrupción que han asomado el rostro en múltiples de estas operaciones, los costarricenses no pueden menos que preguntarse, ya no solo adónde va el dinero, sino para qué quieren más y más.
El viejo cuento de que las arcas públicas van a quebrar, lo hemos venido oyendo desde mucho antes de la administración Pacheco. Y luego, en las reuniones de Óscar Arias con los expresidentes, en donde don Óscar predijo hasta el posible hundimiento del país, pasando por un cuadro para mí inolvidable, cuando en su precampaña, parado en la puerta de su casa, le dijo a algunos periodistas que él iba a hacer los gastos que considerara necesarios y que su sucesor viera qué hacía después. Pero al final de su administración, como la mesa estaba supuestamente servida, nadie se preocupó, y lo que fue una irresponsabilidad fiscal se convirtió, para su suerte, en el Plan Escudo.
Ahora, los economistas y técnicos corren dizque “a salvar la Patria”, tratando de recoger más impuestos, en nombre de la salvación de la economía. Sin pudor, nos vuelven a pedir más dinero, pero como diría Aquileo, con su sabiduría popular, a mí pídanme la vida, pero más impuestos, “mirala...”.
Tomada del periódico la Nación de Costa Rica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario