La impunidad ha muerto: ¡Viva la Justicia!
La impunidad dejó de ser elemento cotidiano, para convertirse en parte de nuestra historia
Profesor Universitario
Cuando escuchamos la sentencia sobre el caso Caja-Fischel, parecía como si estuviéramos viviendo una versión costarricense de Macondo –pero no el de Gabo, sino el soñado por Lennon– en que nos hacían un anuncio casi surrealista, que en otras circunstancias solo podría haber ocurrido en el mundo imaginario de Lennon: “El Poder Judicial comunica el fallecimiento de la señora Impunidad, de mil apellidos, acaecido en la tarde del 5 de octubre, a manos de la Fiscalía y el Código Penal. La señora Impunidad, como tantas otras veces, chocó de frente contra la Constitución y la Ley, pero esta vez midió mal las fuerzas y terminó muriendo en el acto. Los honorables jueces allí presentes, declararon su muerte y ordenaron el levantamiento del cadáver, como corresponde. Hasta el momento, nadie ha reclamado su cuerpo”. Después de escuchar eso, solo nos quedó una duda: ¿habrá quien se atreva a decir “esta pariente es mía”?
Ganamos en libertad. Independientemente de cuál sea el resultado final de las apelaciones que se presenten en el caso citado, ganamos en libertad y en credibilidad, porque la impunidad dejó de ser elemento cotidiano de nuestras vidas, para convertirse –esperamos– en parte de nuestra historia. Es la primera vez que se juzga y sentencia a un exjefe de Estado, con todas las garantías constitucionales y procesales posibles, en un juicio sanamente monitoreado por la prensa, como ya dichosamente nos tiene acostumbrados.
Hay varias consecuencias posibles hacia el futuro, todas buenas. Si los acusados apelan –como dicen que lo van a hacer– y aun así, se confirma la sentencia en la Sala Tercera, gana la Justicia y pierde la impunidad. Si, por el contrario, la Sala confirma las tesis de la defensa, vuelve a ganar la Justicia, porque entonces los acusados tendrán la oportunidad de hacer valer su inocencia ante jueces, como tiene que ser, y no como lo estamos viendo en Honduras, frente a militares, gorilas que han vuelto por sus fueros, derrocando presidentes.
Por su parte, hemos tenido la satisfacción de comprobar que tenemos una Fiscalía de acero, que ya fue bautizada con fuego, haciendo y deshaciendo, sin importar apellidos, rangos ni aristocracias; todo, con la ley en la mano. Dignos sucesores de Séneca, los fiscales no se amilanaron ante nada y –como César– fueron, vieron y vencieron. Todo esto tiene aires de Foro Romano.
Papel de la prensa. Además, se confirma y se cimienta el papel vital de la prensa, en el sostenimiento de una sociedad libre como la nuestra. Todo lo revuelcan, todo lo preguntan, todo lo informan. ¡Hay que ver el poder de un micrófono, una cámara o un editorial! De ahí que este 5 de octubre, es fecha memorable para nuestras libertades públicas, porque, mírese como se mire, hoy todos ganamos, aun los acusados, que tuvieron toda la oportunidad de escuchar las acusaciones y confrontar a sus acusadores, frente a jueces, insisto.
Finalmente, el Poder Judicial, después de un largo y público juicio, se ha lavado la cara y nos ha dicho, con una decisión unánime, que todavía hay esperanza, que todavía podemos confiar en la serenidad y la solidez de nuestros jueces, que sin importar de quién se trate, ¡se hará Justicia! Ese mensaje es sencillamente hermoso y demoledor: ya nadie es inmune ni impune. Este juicio nos indica que nuestro sistema perseguirá a todo aquel que rompa el Contrato Social y que nuestras batallas se pelean con códigos y frente a jueces, como responde a los mejores cánones de civilización. Como dice la canción: ¡Qué linda es mi Costa Rica.Tomado del periódico La Nación de Costa Rica.
No solo le dimos un mensaje al mundo, sino también a los políticos y empresarios corruptos actuales para que rectifiquen sus actitudes, porque de lo contrario pueden ir a parar a la cárcel, tarde o temprano la ley los alcanzará. BASTA YA DE CORRUPCIÓN.
Lic. Félix Domínguez
04:53 p.m. 08/10/09
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